Irma Verolín: Ya desde mi primer libro de cuentos el tiempo como un eje temático atravesaba gran parte de las historias. Causas de índole personal vividas en la infancia me señalaron esta materia de la vida a la manera de un misterio a resolver. La nueva física nos señala que espacio y tiempo son dimensiones ensambladas. Yo siempre ando rondando ese inapresable concepto, tan inapresable como la percepción del tiempo mismo.
IV: Vivimos en una cultura que acuñó el lema: “Tiempo es dinero”, pero el tiempo no se puede dimensionar ni definir. Los mayas decían: “El tiempo es arte”, adhiero a este punto de vista no materialista en tanto y en cuanto es a través de este suceder que nuestra conciencia evoluciona. Resulta imperioso liberar al tiempo de esta intromisión semántica occidental racionalista, de este arrebato del sentido, la literatura es un modo estupendo para lograr ese fin. También nuestra vida es un acto creativo en sí mismo. Vida y creación ficcional corren por el mismo camino.
IV: Las motivaciones de lo que escogemos en nuestra vida son siempre muchas y no demasiado transparentes. Desde niña necesité simbolizar mis experiencias a través del arte. Creo que elegí la escritura por varios motivos, algunos conscientes y otros -hoy lo sé-, inconscientes. Mi tía actriz se quejaba de lo duro que era depender de una sala, un director, un vestuario, un texto ajeno y todo lo que implica poner en escena una pieza teatral. Me dijo: elegí algo que sea lo más barato y que no necesite de nada externo. Lápiz y papel: lo más independiente y económico. Y la poesía se me impuso al principio.
IV: Me decidí por la poesía incluso después de leer en la facultad a grandes narradores y narradoras. Supongo que la influencia familiar del teatro tuvo su incidencia por lo perfomático que tiene el género y quizá porque se conecta con la filosofía, la música, la plástica. Pero el género me abandonó, me decidí por la narrativa a los 29 años. Más tarde la poesía me vino a buscar y resultó un encuentro casi milagroso. Mi mundo narrativo y poético fue desde el inicio el mismo. Mis obsesiones de hoy siguen siendo las del principio; atravesar con la mirada lo aparentemente intrascendente al modo de un descubrimiento.
IV: Cuando yo comencé a publicar todavía se hablaba de las vanguardias. Hoy las vanguardias no cuentan, el modelo de pensamiento se aleja cada vez más de esa verticalidad enfrentada a otra verticalidad. En la actualidad el desafío lo impone una horizontalidad que se nutre de combinar lo diverso, todo es más confuso si se quiere y los avances tecnológicos son los que marcan el paso. Qué hacemos con eso que apenas entendemos que es la Inteligencia Artificial parece ser el debate actual. Debo decir que yo me relaciono bien con estas aperturas en general.
IV: Mi gran cambio de percepción se produjo cuando tenía treinta y cinco años. Desde entonces he ido profundizando en esto que ahora llamo “la evolución de la conciencia”, que me ha llevado a experimentar diversas prácticas que me fueron modificando como persona y que, lógicamente, afectaron mi relación con la literatura. Una muy significativa me ocurrió en 2014 cuando, luego de una práctica diaria de un año vinculada al sonido, volví a escribir poesía después de treinta años, si considero que mi último poema se publicó en Córdoba en 1984.
IV: El proceso de edición con Ápeiron Ediciones y la editora argentina Viviana Rosenzwit, ciertamente, fue formidable, rápido, eficiente, aprendí incluso nuevas modalidades de trabajo. La selección del material la realicé yo y escogí cuentos de mis cuatro primeros libros publicados en Argentina a los que se le sumó uno inédito. Ya sabemos que la relación con la propia obra está cargada de subjetividad, de modo que predominó mi conexión afectiva con los textos.
IV: Si lo pensamos bien, la literatura está vinculada a la imagen, justamente los formalistas rusos decían que la literatura es un pensamiento por imágenes. Leyendo los diarios de Ricardo Piglia encuentro que él define la literatura como un sueño dirigido. Las series influyen en principio sobre la literatura por su agilidad, por su armado y el manejo de la intriga. No me sorprende que ocupen el lugar de nuestra necesidad ancestral de que nos cuenten una historia. Lo que podríamos preguntarnos es por qué se reflota ahora esta versión del folletín, aggiornada, por supuesto, lugar que antes fue ocupado por el radioteatro y, posteriormente, por la telenovela. Me interesan estas formas de relatos visuales, alimentan mi oficio.
IV: El humor y su mirada oblicua sostenida en la polaridad tiene muchas funciones, una de ellas es la desacralización de lo real, pensemos en lo carnavalesco bajtiniano; otra es la de desenmascarar, por nombrar algunas. Sin embargo, en mi caso, me atrevería más a citar a Isidoro Blastein quien definió al humor como antesala de la desesperación. En este caso el humor sería un elemento defensivo. Pero también creo que la mirada humorística la heredé de mi familia. Lo absurdo es un indicio del contrasentido de la realidad, que se presenta así porque aún nos falta a comprender el panorama completo, entonces habría que pensarlo como una forma de ceguera. El humor con su irreverencia y la cultura popular van de la mano. El arte se afinca en lo que no se entiende, en lo que no se dice, en la hendidura, por lo tanto, el humor con su doblez, con su mecanismo tensional es un buen aliado del aspecto artístico. Sospecho que como mi mirada sobre el mundo es vacilante y contradictoria, el humor me viene de perilla.
IV: Me gusta que digas que mi narrativa es ágil y accesible. Para llegar a la simpleza se necesita un largo camino de depuración y de decantación. La escritura de la poesía me ayudó a entenderlo más. Suelo decir que mi escritura poética se caracteriza por la nitidez y la intensidad. Nitidez de la imagen e intensidad de la emoción, pero es aplicable a todo lo que escribo. El lenguaje es muy poderoso y nos pide varios tipos de inteligencia para relacionarnos con él. Si es que existe una estrategia, para mí está primero el autoconocimiento como persona, de esa profundización más el largo camino en el desarrollo del oficio resulta un acercamiento a eso que nos pide un nivel de excelencia. Y en ese camino como en el de la vida, perderse es a veces necesario para después poder encontrarse.
Bonus track
IV: En mi escritura reconozco que hay elementos que se repiten y que tienen valor simbólico: la niña, la madre ausente, el patio, la escalera, el minimalismo de lo cotidiano que encierra una significación oculta, descubrir una pequeña joya en lo, en apariencia, insignificante. Personajes y elementos migran de un texto a otro y se profundiza la mirada sobre ellos con un tono entre melancólico y perplejo, dentro de esa perplejidad se incorporan el humor y el absurdo. Concibo la escritura como un pozo que se cava profundo y no como un despliegue que se expande hacia los costados. Se trata de líneas diferentes que son tan válidas tanto una como la otra.
Irma Verolín nació en Buenos Aires en 1953. Publicó cinco libros de cuentos: Hay una nena que gira, Torres Agüero Editor, Buenos Aires, 1988, La escalera en el patio gris, Editorial Último Reino, Buenos Aires. 1987, Una luz que encandila, Municipalidad de El Colorado, Formosa, 2009, Una foto de Einstein tocando el violín, Ediciones EM, Buenos Aires. 2012 y Fervorosas historias de mujeres y hombres, Editorial Ciccus, Buenos Aires, 2021. Sus novelas publicadas fueron tres: El puño del tiempo, Emece, 1994, Premio Emece 1993-1994 y finalista Premio Planeta Argentina, El camino de los viajeros, UNL. Santa Fe 2012 y La mujer invisible, Ediciones Moglia, Corrientes 2018. Es también autora de literatura infantil juvenil: La fantástica familia Fursatti, Editorial Métodos 1989, La gata sobre el teclado, Alfaguara juvenil , La lluvia sobre el mundo, El Ateneo,1998, El ferretero del tornillo perdido y El cuaderno del mago, ambos en Editorial El Quirquincho Buenos Aires. 1997, entre otros. Obtuvo diversas distinciones entre las que se destacan el Primer Premio Internacional de Novela Mercosur 1997, el Premio Fondo Nacional de las Artes 1987, Premio Emece 1993-94, Primer premio de Encuentro de Escritores patagónicos 1996, Primer Premio Municipal de la ciudad de Buenos Aires “Eduardo Mallea” Primer Premio Internacional “Horacio Silvestre Quiroga” 1992, Primer Premio Internacional de Puerto Rico 2000, Primer Premio Macedonio Fernández de narrativa 2012, entre otros. Tres de sus novelas fueron finalistas en los concursos Fortabat, La Nación de Novela, Clarín y Planeta de Argentina. En poesía publicó De madrugada, Ediciones del Dock, Buenos Aires 2014. Su libro Los días, Fundación Victoria Ocampo, Buenos Aires 2015, Primer Premio Fundación Victoria Ocampo, y Árbol de mis ancestros, editorial Palabrava, Santa Fe 2018. El conjunto de relatos A través de la noche será editado en el curso del año 2023. Fue becaria del Fondo Nacional de las artes: Beca a la creación artística 1998.