“Multiversos, Travestismos y Lenguajes” de Yunga.

El sábado 29 de octubre, en el marco de la Feria del Libro de Santiago del Estero, se presentó el libro Travestismos, Multiversos y Lenguajes de Mercedes Fernández Tío, conocida como Yunga. El libro fue publicado por la editorial universitaria EDUNSE y pertenece a la colección Convergencias. Resulta novedoso, celebrable y necesario que una editorial universitaria asuma el compromiso político de publicar literatura travesti. Y aún más imprescindible, leerlo. 

¿Por qué leer Travestismos, Multiversos y Lenguajes? Sabiendo siempre que las lecturas posibles de un libro son múltiples, no sólo según quien lo lee, sino también según cómo el libro nos encuentra cada vez, comparto una posible interpretación, según este primer encuentro con él. 

Cerrar el libro me dejó en sonrisa. Divertida y creyendo en la posibilidad de crear nuevos lenguajes para multiversos todavía inimaginados. Y quedar sintiendo alegría, quedar soñando en otros mundos posibles, en estos tiempos post-pandemia que revelaron obscenamente el terricidio que estamos atravesando, me parece de una potencia política admirable y necesaria.

El libro de Yunga es un acontecimiento. Lo que enuncia el texto, se refleja en su estructura multiforme. Rompe con la rigidez que impone el género literario, y migra con fluidez, desde el ensayo a la crónica, del género epistolar al manifiesto, del texto científico a la ciencia ficción. Su sincretismo es congruente. Frente a la constante fragmentación, clasificación y compartimentación estanca que hacen las instituciones modernas patriarcales, racistas y capitalistas, Yunga nos habla desde sus múltiples identidades yuxtapuestas. 

Una de esas tantas identidades presentes en el texto, desde la que se construye la voz narrativa, es la de científica. ¿Cuántes científiques travestis y trans conocemos? ¿Hace falta decir que podemos contarles con los dedos de las manos? Además, cuando referimos a la ciencia, seguramente la primera imagen que se nos viene es la de un estereotipo hecho carne. Impuesto a fuerza de películas, fotos, publicidades, que construyen lo científico como algo adulto, masculino, impoluto, rebosante de pureza, sin marcaciones particulares, generalísimo y objetivo. Para nuestra dicha, en este libro, Yunga le pega un pelotazo a las frágiles patas sobre las que se monta esa institución y todos sus estereotipos. 

Casi como una provocación, de manera transversal en todo el texto, le responde a la ciencia con lo religioso, pero sin religión. Los nombres de los tres capítulos del libro son referencias bíblicas, pero me animo a decir, que nadie se atrevería a ofrecerlo en librerías católicas o santerías. Incluso, a pesar de que aparezcan casi como una letanía, como un rezo, uno a uno los nombres de las pibas trans asesinadas en el 2021. Pamela, Kimberly, Natasha, Angie, Laura, Ayelén, Brandy, Azul, Juana, Shantal, Damaris y Carolina. Pasa que ninguna se llamaba María Magdalena. 

La autora nos habla aquí de su giro epistemológico y ontológico. Su transición de género tiene centralidad en la obra, pero por sobre todo, como un prisma desde el cual Yunga vuelve a ver y habitar el mundo. ¿Cómo pasa la luz por un prisma? Al ser atravesados, los prismas hacen que la luz se ralentice, dispersando los componentes (en colores). Y Yunga se detiene en cada uno, minuciosamente los desentraña, y nos los comparte. Entre muchas otras cosas, el libro nos habla de toroides, funciones matemáticas y agujeros negros. De la ciencia moderna, sus dioses, sus pleitesías e intereses. De las formas de habitar el mundo del trabajo, de las formas de habitar el mundo en sí, denunciado con vehemencia que este modelo nos ha traído a esta crisis ecológica y social en la que nos encontramos. El libro nos cuenta de su primera marcha del orgullo, de salir a comprar ropa, de fantasías y fantasmas de la infancia. Y todo este enjambre lleno de sentido, está permanentemente atravesado por las reflexiones en torno al lenguaje. 

Es un libro que se construye entero a partir de infinidad de preguntas. Cito a la autora: “Dónde están las historias de quienes fracasaron? ¿Qué sabemos de les que entregaron la cordura para cambiar el mundo, pero quienes el único universo que lograron destruir fue el propio?” Yunga se anima a mostrarse vulnerable, con miedo, a abordar lo sensible, a reconocerse parte de un tejido. Conectada a una red de afectos que la sostiene, consciente de sus privilegios y de la responsabilidad que éstos conllevan. 

Su insistencia en la pregunta, es significativa. Habitar los interrogantes habla de curiosidad, de permitirse la duda, de animarse a la incertidumbre, de abandonar la seguridad de las certezas (científicas). Algunas preguntas aparecen para denunciar, para incomodar como moscas en una tarde pegajosa. Se pregunta: “¿Dónde está Tehuel?” Y nos interpela: “¿Tanto malestar puede causar lo difícil de clasificar?”

El libro de Yunga es pedagógico. Enseña con su historia cómo lo personal es político, hace carne la teoría feminista del punto de vista y expone sobre epistemología trans-feminista, pero de un modo novedoso. Una parte de su irrevocable giro epistémico, nace desde la física cuántica. Cito a la autora: “Cuando pensamos cuánticamente, es decir, abandonando el determinismo, le asignamos a cada camino, a cada Modo (de existencia) una probabilidad. ¿Qué pasaría, entonces, si extrapoláramos este no-determinismo a nuestra concepción epistemológica?”. De este modo, el libro tiene la potencia de generar encuentro entre dos polos del binarismo ciencias sociales/ciencias duras, que muchas veces sentimos irreconciliable. Yunga, se para en el hiato. 

Y una vez más, en coherencia con sus postulados, se aleja de la promesa científica de descubrir “una teoría del todo”, y hace una propuesta de plan de acción, partiendo por alguna parte. Ensaya una forma posible. No se queda sólo en la crítica, sino que piensa en el cómo, y nos convida posibles respuestas. Entre otros, propone un cambio de la visión científica del mundo y de su mundo laboral, de promover un principio de empatía, y la invención de un nuevo lenguaje. Y esas salidas que enuncia, las explica hacia el final del libro, apelando a imágenes mitológicas y de la ciencia ficción. 

Y este punto, me lleva a las últimas pero no menos importantes razones de por qué leer “Multiversos, Travestismos y Lenguajes”.

Susana Murillo, una filósofa que se ha dedicado a investigar sobre el neoliberalismo en Argentina, manifiesta siempre en sus clases que para poder investigar, hacer ciencia y escribir textos académicos, es necesario leer literatura. Y el libro de Yunga da cuenta de eso. De esa necesidad imperiosa, porque las respuestas posibles, las salidas que todavía no hemos imaginado, no pueden nacer de una ciencia que criminaliza la intuición, que aplasta la creatividad desde los inicios del proceso educativo, que pondera la productividad, imponiendo un ritmo tan vertiginoso, que no nos permite la temporalidad necesaria para crear.

Úrsula K Leguin, fue una visionaria y sensible escritora de ensayo, poesía, ciencia ficción y fantasía. Imaginó mundos donde las personas eran todas hermafroditas y asumían género femenino o masculino de manera alternada a lo largo de sus vidas, inventó mundos donde el centro era la organización colectiva, creó planetas en donde el tiempo del sueño y el tiempo despiertos, eran igual de importantes. Y para hacer todo esto, inventó también nuevos lenguajes. Uno de sus personajes dice que no podía instaurarse una nueva sociedad, con un lenguaje antiguo. La feminista negra Audre Lorde diría: “las herramientas del amo, nunca desmontarán la casa del amo”. 

La Ciencia Ficción y la Fantasía han sido históricamente considerados como géneros menores dentro de la literatura. Cuando tras 50 años de carrera, a Úrsula le dan el Premio Nacional del Libro en Estados Unidos, ella llama la atención de cómo siempre los premios habían ido a los escritores “realistas”. En su discurso dijo textualmente: “Creo que llegan tiempos difíciles en los que buscaremos las voces de escritores que sepan ver alternativas a nuestro modo de vida actual, y que sepan ver, más allá de nuestra sociedad temerosa y sus obsesivas tecnologías, hacia otras formas de ser, e incluso imaginen bases sólidas para la esperanza. Necesitaremos escritores que sepan recordar la libertad. Poetas, visionarios, los realistas de una realidad más amplia.”

Les invito a que lean este libro necesario, porque Yunga imagina otras formas de ser, las hace cuerpo, ensaya una propuesta sólida y concreta para la esperanza. Yunga nos recuerda la libertad, y nos invita al multiverso. Nos invita y cito sus palabras: “a volver al momento, en que éramos peces”.
El libro se presentará el miércoles 30 de noviembre en Córdoba capital, en el anfiteatro de Psicología en Ciudad Universitaria, y el martes 6 de diciembre en San Miguel de Tucumán, en el Centro Cultural Virla. 


Mercedes Fernández Tío (Yunga) nació el 9 de marzo de 1990, en la ciudad de San Miguel de Tucumán. 

A sus 19 años egresó del Instituto Técnico y durante dos años estudió Licenciatura en Física en la UNT. En el año 2011 se mudó a Córdoba y el 28 de marzo de 2015 obtuvo la Licenciatura en Física otorgada por la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (FAMAF). El 1 de abril de ese mismo año (es decir, tres días después) comenzaba su responsabilidad con CONICET: una beca de investigación en el área de Relatividad General.

Durante los cuatro primeros años de su doctorado participó de talleres de escritura creativa, adquiriendo una práctica de escritura diaria, y a fines de 2018 y principios del 19 (últimos dos de su beca), cursó a escondidas Filosofía del Lenguaje I y II y Filosofía de la Mente.

Es en ese momento, en el cruce entre la escritura, el final de un doctorado poco estimulante, una transición de género, el fantasma de la muerte, y un país en crisis al borde de una pandemia, escribió Travestismos, Multiversos y Lenguajes


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