El poeta viejo
Soy ese chico de nueve años, que un día se calló para siempre. Escribir no es hablar, es tender una cuerda silenciosa. Es irse a otro país --ni oscuro ni luminoso-- lejos. Es morir y resucitar al tercer día. Es vivir de otro modo. Ahora que ya cumplo 60, escribo como si no hubiera escrito una sola palabra nunca. Descubro cielos, pozos encantados en la cocina, mientras revuelvo la comida o caliento el café. Si antes estuve solo, ya no lo estoy. Escribo para mí. Alegre, aunque esté triste. O al revés. Ser niño fue algo hermoso (todavía lo es). Ser joven, lo mismo. Pero déjenme con mis años finales, los poemas finales, como quien regresa de un largo viaje (o no tan largo) pero regresa. Como quien al cerrar los ojos, los abre y piensa “Es la primera vez que algo así, tan extraordinario, ocurre". Y apenas lo dice, ya pasó.
Flash
Que llegue un día, un día, un simple muchacho que me quiera. No pido más que eso. Ni mares ni estrellas ni abismos ni fortunas. Sólo su sonrisa de rufián esperándome en el café de la esquina. Sé bien que tanta literatura no me ayuda. Que vivo en un mar de engaños. Que estoy más cerca de la luna que de sus ojos. Pero Señor, sé bueno conmigo. Que un día al darme vuelta sobre la cama me tope con su cuello, o con el dedo gordo de su pie --el más solitario de todos. No pido la fantasía de un chico eterno, no... ya no. Apenas el relámpago de su voz diciéndome no sé, cualquier pavada por teléfono.
La canción más linda del mundo
Anoche mamá se me apareció en un sueño. Alegre como una muchacha de veinte, y ya había pasado los setenta. Me dijo: Vine a decirte que estoy bien. Que los muertos no nos pasamos la eternidad echados panza arriba mirando la noche. Que trabajamos mucho, me dijo, para que allá en la tierra no falte el pan, ni un techo digno, para los que menos tienen. Y donde se abre un corazón herido, ahí estamos, para barrer la oscuridad. Yo ya no limpio casas, mugre ajena, para sobrevivir, pero abro todos los días una cocina de luz donde amasamos el pan. Es que en el cielo no hay injusticias. Se terminó. Acá en el Cielo somos todos peronistas, Os. Creeme. Ni los ricos ni los gorilas, como dice la profecía, entran. Sólo los de buen corazón. Los de buen corazón… repetía mi mamá. La voz amplificada, como en una película de Leonardo Fabio. Qué hermoso todo lo que me decís, mamá. Qué hermoso. Le decía yo, llorando. Que hermoso. Pero no llores, me decía ella. Pronto voy a volver. Ahora tengo que hacer unos guisitos para los chicos del barrio. Y vos sabés que hago unos guisos fabulosos. Si mamá, siempre me acuerdo de tus guisitos, le decía yo a mi mamá, llorando, mientras ella cruzaba el cielo a toda velocidad, cantando, como no podía ser de otro modo, la marcha peronista. La canción más linda del mundo, según Dios y según mi mamá, que picaba la cebolla y cantaba, cantaba, como una loca, todos unidos triunfaremos, muerta de risa como ahora, en su panadería de luz. (De “AGÜITA CLARA”, Gogymagog 2020)
Sé que tu casa queda cerca
Un poema que vuele urgente hasta tu casa. No importa si lo leés o no. Pero que baje hasta tus hombros como un hilo de luz, una hoja en la tormenta, un reflejo sobre la taza de café. (Ahora, por ejemplo, ya estoy a la mitad. Hace falta concentración y un poco de fe, desde luego.) Que pase como una nube por tu ventana. Que te haga apartar los ojos y mires hacia ahí, donde no soy sino un poco de aire moviendo las cortinas. ¿Sólo eso? ¿Nada más que eso, persigue mi deseo? Una palabra como una gota de agua y de luz, una gota de sombra, entrando por tus labios o tus ojos. ¿Y luego? Y luego..., nada. A esperar que germine.
Bajo el cielo azul de puerto Montt
Si te toca un día de sol, te toca la lluvia con sus dedos de agua, te toca el pelo, la camisa recién planchada, te toca alguien, no importa quién, la nuca la rodilla, o tu perrito al verte mueve la cola, mueve las agujas del reloj, la nieve que guardabas en la heladera cae por la ventana de la cocina, en fin si te toca perder las llaves en el camino, y decir no, otra vez no, y dormirte después, en sus brazos tranquilo como no te dormías hace tiempo (qué maravilla) si te toca partir, te toca regresar.
Siguiendo la ruta de un pájaro herido
Tres de la mañana. La hormiga apoya su cabecita de humo sobre una pila de hojas secas y cierra los ojos. Los hombros cansados, después de llevar y traer, después de cruzar un puente altísimo y seguir. No importa la hora. Como ella, yo espero que este mundo se termine de una vez. Por más lindo que sea. Que se termine. No digo para siempre. Un rato no más. Las pocas horas que duerme un obrerito de la construcción. Y que el sueño no sea una falsa puerta, donde al final como otras veces, estés. Hermoso, hermoso. Fumando, entre las sombras, tu cigarrillo. (De “SIN QUE ME DIERA CUENTA YO”, Patronus ediciones 2121)
UNA VEZ MÄS SANTA TERESA LO ESCUCHA CANTAR A ELI
Cuando Eli se mete en la ducha y deja la puerta del baño entreabierta para que yo lo oiga cantar, oiga el dulce chapoteo del agua golpeando, acariciando sus hombros, sus axilas, su pecho como santa Teresa de Jesús, lo mismo que ella, siento un dardo luminoso metiéndose de lleno en mí, el flechazo de Dios, es eso, es obvio toda esa alegría ese dolor que no es dolor, es otra cosa: cuando Eli sale de la ducha cantando y dice mi nombre, mi apodo en realidad, las dos sílabas desnudo o con una toalla alrededor de la cintura oh Eli oh Dios… Por suerte me preparé toda la vida para un momento así de manera que me acomodo plácidamente en la cama, en el sillón y lo espero, lo miro, lo escucho reírse cantar a Eli!
LAS PREOCUPACIONES DE ELI
Si se afeita o si no se afeita es un tema importante para Eli. Otro, qué vamos a comer cuando nos veamos ya que el estómago de Eli es una caja abierta, hermosa, sin fondo: come y a las dos horas tiene hambre de nuevo. Ahora viaja en taxi desde su trabajo, una escapada así almorzamos juntos, Os. Tenés ganas? Querés? Claro que quiero, Eli! le digo mientras pienso que acaso la felicidad esté ahí, en los intervalos que se abren a la hora del almuerzo. Eli comiendo conmigo un jueves al mediodía. Los platos y los cubiertos ya listos sobre la mesa. La luz que entra por la ventana del bar, y los tiernos alegres ojos de Elí posados sobre mí.
POR LO MENOS HOY
Dormí tanto tiempo solo en la fría noche. Ahora no. Me acuesto con Eli y despierto con Eli. Parece un regalo del cielo, yo digo que es un regalo del cielo. Cocinar con Eli, hablar con Eli de cualquier cosa, pero sobre todo escuchar música. Mis vecinos deben pensar que algo raro está pasando en el 2do 12. Y tienen razón. Antes, todo era tan silencioso aquí, y ahora rompe el aire de la noche el zumbido incansable de las guitarras eléctricas. Es que Eli es puro rock and roll. En serio. Cuando canta, cuando me pide que escuche las letras de las canciones que le gustan, y las repite palabra por palabra, sólo para mí. Entiendo que los vecinos de mi edificio estén tan confundidos. ¿Qué pasa en el 2do 12? Qué escándalo ese chico Eli, no? ¿Se dieron cuenta? Más que el ángel de la soledad, parece el demonio.
AL FINAL YO TENÍA RAZÓN
Toda la vida se burlaron de mí, Eli. De mis anteojos, pero más de mis ojos que se entretenían mirando el pelo y los labios de Raulito Lemos. Mi tío Carolo, mi tío Serafín, mis sempiternos compañeritos de grado, tan chistosos, tan burlones siempre. Que mariquita de aquí, mariquita de allá… Pura envidia, Eli. ¿Quién duerme con vos un domingo a la mañana, si no yo? ¿Quién acaricia tus hombros largamente, muellemente si no yo, Eli? Ahora que revienten. Eli paseando conmigo, meando conmigo, por las calles de Almagro, como en un poema de Allen Ginsberg. Y al final, era eso, solo eso. Pura envidia, Eli. ¡Ahora que revienten!
ALGUNOS HAIKUS PARA ELI
El cigarrillo humea entre sus labios. ¿Qué mirás? El humo, Eli. Sólo eso. * Vamos a ser buenos compañeros, nosotros. Me dice Eli. De pronto, porque sí. * Dice además que soy igual al chico de la foto en la que tengo 9 años. Ni un año más, Ovi, me dice. * Qué voy hacer? A los 60, soy un chico de 9. A los nueve, era un viejito de 60. * Todo lo que Eli hace está bien. Y lo que no hace, está bien. Lo digo en serio. * ¿Hay algo más hermoso que el cuerpo de Eli? Si, el cuerpo de Eli cuando no está. * ¿Y tanto lío por un muchacho? Hay otras cosas, más importantes en el mundo, me parece. ¿Vos decis? * Cada noche, subo despacio por su cuerpo. --Vení, caracolito. * Bendito el rocío que se junta entre los brazos de Eli! * En pleno otoño. Eli es la primavera. Si, amigos. Eli es la primavera... (De “GURÍ”, inédito)
Osvaldo Bossi nació en Buenos Aires (Argentina) en 1960. Es poeta y narrador. Publicó los siguientes libros: Tres (Bajo la luna,1997), Fiel a una sombra (Siesta, 2001; Viajero insomne, 2014), El muchacho de los helados y otros poemas (Bajo la luna, 2006), Ruego por el tornado. Tres (Sigamos enamoradas,2006), Del Coyote al Correcaminos (Huesos de Jibia,2007; Editorial Folía 2010), Esto no puede seguir así (Letras Y Bibliotecas de Córdoba, 2010), Casa de viento, antología personal (Nudista, 2011), Ni la noche ni el frío (Textos intrusos, 2012), Chicos malos y otros libros (Editorial Conejos, 2012), Como si yo fuera su novia (Editorial Mágicas naranjas, 2013), Adoro (Bajo la luna, 2009; Modesto Rimba, 2017), Yo soy aquel (Editorial Nudista, 2014), A dónde vas con este frío (El ojo del mármol, 2016), Los poemas de amor que el Coyote le escribió al Correcaminos (Mágicas naranjas, 2018), Las estrellas celosas (Alción, 2018), Única luz del mundo, poesía reunida (Caleta Olivia 2019), Agüita clara (Gog y Magog, 2020) Un tonto deseo de amor, antología poética (Aranga Ranga, 2021) y Sin que me diera cuenta yo, Patronus ediciones 2021. Forma parte de diversas antologías de poesía argentina y latinoamericana. A su cargo está la coordinación del ciclo de lecturas El rayo verde. Encargado de la formación en el área de escritura, coordina talleres de poesía en forma grupal e individual.
Una idea sobre “Osvaldo Bossi, selección de poemas”
«Acá en el Cielo somos todos
peronistas, Os. Creeme. Ni los ricos ni los gorilas,
como dice la profecía, entran. Sólo los de buen
corazón. Los de buen corazón… repetía» con esto me ganó, y más si ya teología para esto.