in memoriam
El siete de julio Marcelo Martino, docente, poeta y amigo, falleció. Dejando a quienes le conocieron un gran dolor. Desde este espacio cultural, artístico, independiente y autogestionado que es la revista dejamos una selección de sus poemas y palabras de poetas amigas/os en homenaje.
Para Alma, para Anita, las raíces y la savia
no hay derecho a tanta montaña sin poeta a tanta sangre sin poeta a tanta palabra sin poeta andar así con el cuerpo descalzo el ojo en los zapatos la mirada sin bolsillos ni monedas y tanto clavo sin poeta que los cante que los clave en la montaña en la sangre en la palabra tanto hombre desterrado cosida a la garganta su sonrisa sin poeta que le ponga la mejilla al verbo que se corte la lengua y la clave en la lágrima en el hombre en la garganta y tanta cama de hospital en el alma y tanto sol a la basura y tanto y tanto poeta muerto no hay derecho
Porque en tus ojos están mis alas
Carlos Varela (“Una palabra”)
y está la orilla donde me ahogo.
I hoy volveré a caer en tu mirada así que por favor no me mirés quiero decir mirame tu mirada hoy tiene que ser agua potable estancada fría dulce oxigenada mirada mar o lágrima no importa con tal de que hoy tu mirada sea agua te lo digo porque hoy mis ojos y yo volveremos a caer en tu mirada así que no intentes ser fuego o calle de asfalto nada más simple para tu mirada que ser agua nada más inevitable para mis ojos que caer en tu mirada
II cómo salir de tus ojos sin dejar a la intemperie la mirada
(De Remota Cercanía, 2018, Ed del Dock)
Desalojo
golpean la puerta me llaman a los gritos quieren entrar por la fuerza pero no no me encuentro disponible en estos versos me amenazan con órdenes de desalojo pretenden desahuciarme sacar mis muebles mis entrañas a la calle pero qué me importa si ya no vivo en estos versos cuelgo en la pared dos o tres cositas para acariciar de vez en cuando como un peluche de la infancia y dibujo rayas que me recuerden los años de mi ausencia en estos versos cuando vengan sepan que el timbre no funciona dejen una nota por favor regresen sobre sus pasos vuelvan mañana si ayer no estuve por qué habría de estar hoy en estos versos.
Alquilar-es
qué cosa engañosa qué trampa del lenguaje del verbo alquilar que nos hermana a usted y a mí porque usted alquila y yo también pero entre usted y yo hay muchos verbos de distancia usted no es ni quiere ser como soy yo y yo no soy ni puedo ser como es usted que alquila porque tiene porque le sobra mientras que yo alquilo porque me falta porque no tengo usted alquila dos o más departamentos que son suyos y yo alquilo yo le alquilo apenas uno sin tener ninguno usted me alquila un inmueble de tantas habitaciones y tantos metros cuadrados y yo por mi parte le alquilo a usted una vivienda valuada en frustraciones y que aspira en su inocencia a ser hogar usted conjuga el verbo con convicción con prepotencia casi yo lo conjugo en cambio con necesidad inseguro balbuceando porque la gramática entre usted y yo jamás estuvo de mi lado
Caída
“Escapar de los lugares / no sirve de nada”
Alejandra Bosch
¿cuántos ambientes necesitamos para comprobar que nos falta el aire y que esta atmósfera se ha vuelto irrespirable? ¿cuántas llaves hay que perder para entender que no pertenecemos que esta casa es alquilada y estos huesos y las horas que llamamos nuestras cuando se ven desde lejos nos resultan tan ajenas? ¿cuántos vecinos molestos y cuántas manchas en el techo hacen falta para empezar a planear el escape a cavar el túnel el boquete que nos salve? ¿cuántas escaleras de subida y cuántas de bajada necesitamos para olvidar el ascensor en la terraza y comenzar a preguntarnos cuántos pisos hacen falta para enterarnos de que estamos cayendo?
(De Poética del alquiler, 2021, Monoambiente Editorial)
«la muerte es / un agujero / por donde se cayó alguien / justo en el medio del día / y no podemos tomar su mano / ni subirlo hasta nuestro beso»
Silvia Camuña
nada se llevan cuando a la nada van sus cosas nos dejan cuando nos dejan y sus problemas como una forma que tienen desgarradora de estar presentes sus camisas nos dejan colgando huérfanas todavía en su ropero y sus zapatos excepto aquellos en sus pies ahora tan piadosa como inútilmente nos dejan todo cuando nos dejan el espejismo de sus pasos por la casa de sus huesos el crujido sus lamentos de mañana o por la tarde las pastillas ahí en el armario guardadas con las fotos de lo que éramos cuando todo estaba todavía por dejarse
COPOS DE COVID
no hay nada ni siquiera tristeza ni sensación de derrota sólo una estepa blanca y unas ganas de echarse a dormir pero el insomnio
(últimos poemas, inéditos)
Amante de los libros y editoriales independientes, gran escritor de poemas, reseñas y memes, inmenso padre, gran compañero. ¿A dónde habrás mudado hoy, amiguito? Un nuevo alquiler te encuentra y deseamos que sea, por fin, tu casa propia. ¡En nuestro corazón, para siempre! Y en la memoria.
Les chiques de Monoambiente Editorial
Buen viaje querido poeta y colega Marcelo Martino. Una multitud de imágenes dan vueltas en mi cabeza. Pienso en los bellos días berlineses entre la bruma del tiempo. Vuelvo a aquellos años y me veo con vos y Anita almorzando en Potsdamerplatz, recorriendo calles dispuestas para largas caminatas. Allí se quedaron los tilos, el otoño y su octubre dorado. Me envuelve nítido el recuerdo de las fotos que me sacaste en Alexanderplatz, después las imágenes del día en que vinieron a ayudarme con la mudanza. Yo debía dejar el departamento por dos semanas e instalarme, durante ese tiempo, en los bosques de Babelsberg. Te veo maravillado en el hall de entrada de mi lugar de residencia observando las pinturas del techo, atento a mi relato con la explicación de que la construcción, salvada de los destrozos de la guerra, era patrimonio de la ciudad. Te asombró saber que en el edificio de al lado había nacido Walter Benjamin. Ese barrio era, efectivamente, el barrio de las putas sobre el cual había escrito el pensador alemán. Pasó el tiempo y los avatares de la vida y, quien sabe, si tu timidez o tu deseo de aislarte de la gente hizo que no nos frecuentáramos después de aquella estancia berlinesa. Me saludabas con la misma amabilidad de siempre y yo respetaba tu decisión de no conversar, a veces, o de seguir con los auriculares puestos, oyendo música en medio de la ruidosa multitud. Ahora miro la dedicatoria de Poética del alquiler -tan increíble y bello libro- y me conmuevo. Siento una extraña tranquilidad, mientras compruebo que la poesía nos reunió y nos dio la oportunidad de despedirnos sin pena y en celebración de la belleza. El 22 de mayo leíste en el Café Literario y me trajiste tus libros pocos días antes de tu internación. Fue la última vez que nos vimos, agradecidos por las dedicatorias y los gestos amables. Tal vez te hubiese gustado escribir más libros de poesía y ver crecer a Alma. ¿Cuántos sueños /entran/cuántas trampas/ caben/en una llave? Decís en tus versos. Ahora, querido Marcelo, no habrá más alquileres ni llaves para devolver con el alma ahí encerrada. Las llaves del reino tienen un magnánimo dueño y las puertas están abiertas para vos.
Últimamente, todas las noticias tristes llegan a la noche. Cuando decido cerrar el día, y hacer esa pausa de olvido necesario que es el sueño. Anoche este mensaje llegó a esa hora, pero no era triste. Y sí lo era. Si quería escribirte unas palabras Marcelo... ese fue el mensaje. Y la noticia triste había llegado muchos días atrás, pero no me abandona. Tengo aquí cerquita uno de tus libros, “Remota cercanía”, entonces me doy cuenta que eso fue precisamente nuestra breve amistad. ¿Cómo puede uno sentir esa cercanía y esa amistad profunda sin conocerse? Fue apenas un intercambio de libros. Fue, como vos me decís en tu dedicatoria, “un cálido intercambio de poesía”. Yo nunca vi tus ojos, no escuché tu voz sino a través de los mensajes de audio, que suenan metálicos y distantes. Nunca tomamos un cafecito o unos mates. Nunca nos dimos un abrazo de esos reales que tanto extrañamos todos. En algún lugar de tu casa quedaron mis libros, y la promesa de hablar de ellos y encontrarnos, porque obvio, que esto no duraría para siempre... Nunca. Nunca sería la palabra que defina esta breve amistad. Y sin embargo. Esa remota cercanía hizo que sintiera un dolor extraño y potente cuando te fuiste. ¿A dónde se va la gente Marcelo? ¿A dónde se van tan rápido, con tanto apuro de dejarnos estos huecos imposibles de tolerar? Yo quisiera no haber escuchado nunca ese mensaje... ese de escribirte unas palabras. Pero acá estoy. De este lado. Con la palabra Nunca apretada en ese pedacito tan hondo de la garganta en el que guardamos las penas. O las escondemos, no sé. En una de tus dedicatorias escribiste: “que nunca falte la poesía…”. A mí me gustaría decirte que nunca falte la gente tan hermosa y necesaria como vos. O como dice uno de tus poemas: “de tanto mudarme/de aquí para allá/de allá para aquí/perdí la cuenta y creo que/tal vez/sea mejor así pero también perdí/eso es más grave/la noción del tiempo/y del espacio” Y te mudaste. Pero es tan definitivo que duele profundo. Hasta siempre amigo remoto y cercano. Hasta siempre.
Adriana Petrigliano, una mañana de julio en La Rioja
DESPEDIDA DE UN AMIGO Con Marcelo fuimos amigos sin vernos, no fue necesario estar frente a frente para saber cómo era y actuaba, pero, sobre todo, para ahondarme en su generosidad, en su simpleza de poeta enorme, porque enorme era el abrazo genuino de su palabra y su voz. Su poesía vivirá por toda la eternidad, si eso es algo real. Con esta emoción intento despedirme de un amigo que partió sin decir adiós, como un insensato e injusto plan del destino: Yo tenía esperanzas, toda la esperanza era mía… A diario alimentaba –robándole ilusión, un tizón de luz a los dioses– una hoguera con el amable fuego de una amistad repentina y auténtica, mediada por una virtualidad que nos hermanó con la velocidad propia de estos días. Hasta que el alacrán de la injusticia vino a clavar su aguijón de realidad en mi corazón. Entonces, fuimos muchos quienes, con una sola voz desgarrada, nos preguntamos: ¿nos merecíamos el puñal de tu ausencia? Sin embargo, no nos distancia la muerte (no puede) que te desenterró de este jardín, ahora desolado, ya sin las filigranas de tu voz. Siempre habrá de congregarnos la evocación de tu nombre, como un rito generoso de trascendencia, una búsqueda de sosiego y calma, a partir de la continuación de tu inagotable memoria, para “volver/ sobre nuestros pasos/ juntando las huellas…” Abriste la puerta de un hogar infinito, te convertiste en dueño y propietario de la gloria. Y porque dejaste de alquilar una peregrina existencia, estás reinventándote desde la emoción y la energía de todos nosotros, que lloramos tu partida, pero que aspiramos y deseamos que escribas, con la luminosidad de tu alma generosa, las historias de tus días y tus amores, tus alegrías y tristezas, tus premios y derrotas, tus pasiones de hombre absoluto, y que alcances la oportunidad de la salvación, negada en esta breve estancia. Si nos ves “naufragando/ en sueños/ sin salidas…”, acuérdate de nuestra pena, danos la fortaleza para soltar tus alas. Nos debemos un abrazo inmenso. Hasta siempre, querido amigo Marcelo. Tuya es toda la Luz. Un fuerte abrazo a su esposa Ana, a su hija Alma, y a toda la familia.
Aníbal Costilla, Nueva Esperanza, Pellegrini, Santiago del Estero
Una puerta abierta. Conocí a Marcelo de manera fortuita, efímera y mediada por la virtualidad que la pandemia impone. Nuestro vínculo obedece a la poesía, a la comunicación que las redes (la página de un amigo común) pueden tejer, pero todo esto sería imposible sin su generosidad inmensa, ahí hallo la causa más acertada. Es improbable por no decir imposible encontrar a alguien que abra la puerta de su casa, casi sin mediar palabra y le ofrezca a uno un cuarto de huéspedes. Mientras releo su libro, esa casa que nos dejó habitar, busco refugio al desconcierto de esta triste noticia. Marcelo escribe por los laterales de “lo debido”, por una persona plural, colectiva y solidaria, su mirada detalla, se desarma, desanda porque junta las huellas, las miradas, las pelusas, los rayones, se corre de la legalidad un momento, está convencido de poner un poema inmenso como un elefante en el aire aunque no haya ménsula que lo soporte o los críticos digan no, y está en lo cierto. El poeta se pregunta si las llaves serán realmente importantes, estoy seguro que opta por perderlas y nos deja la puerta abierta. Envío un abrazo afectuoso a su familia y amigues en este difícil momento.
Francisco Barrionuevo Sapunar.
Marcelo, ahora que me hallo frente al blanco me doy cuenta de lo difícil que es lo que le he pedido a escritores amigues. Sabemos tan poco de la muerte, es tan fuerte esta palabra, nos llenamos de hipótesis sobre el después... hoy creo que es para no sentir tanto dolor ante la partida definitiva. Si solo hemos conocido momentos de vos y el dolor es grande, profundo, no puedo ni imaginar el sentir de tu compañera Anita y de tu bella hija Alma. A veces esta vida nos desafía a hallar fuerzas..., a ser fuertes ante el mayor dolor. Gracias Marcelo por tu generosidad, la destaco porque no fue ni es común, la generosidad escasea... Son tiempos violentos, quizás siempre lo han sido, pero ahora se nos van gente querida, amada, artistas... Gracias por interesarte y apoyar siempre las actividades artísticas y culturales de las editoriales independientes, de las revistas, de los festivales, de los encuentros poéticos, literarios... Gracias por leerme, gracias por permitirnos leerte, por compartir tus reseñas, eso, eso querido Marcelo. Gracias...
Zaida Kassab
No tuve la suerte de conocer personalmente a Marcelo Martino. Habíamos combinado presentar su libro, en el festival de Poesía de Arroyo Leyes, este invierno. Íbamos a hacer un vivo en Instagram, así nos veríamos las caras. No pudo ser. Antes, Marcelo me habló una noche por mensaje, para decirme que le gustaba mucho mi trabajo como editora y que, se había quedado con las ganas de conocerme años anteriores, cuando yo no pude viajar a Tucumán. Empezamos a charlar seguido, le mandé libros, me invitó a participar de su propio libro, Poética del alquiler, nos agradecimos siempre las buenas palabras, los gestos, los mismos intereses. Quería conversar conmigo, sobre algunos poemas de mi último libro, lo habían impactado, eso dijo. Tenían algo que a él lo interpelaban, mis poemas lo conmovían, dijo. Cuando puso que tenía Covid en las redes sociales, me preocupé, pero dije, debe estar vacunado. Después, pasaron los días y pregunté, la respuesta fue la que todos conocemos. Vino su lucha y el final menos deseado. La tragedia. Todo lo que me une a Macelo fueron largas conversaciones y promesas de encontrarnos y de publicar un libro con Ediciones Arroyo. La sensación de haber perdido un nuevo amigo, inteligente, comprometido con la enseñanza, querido, muy querido. El vacío. Voy a coser con mis manos unas bellas tapas y voy a publicar sus poemas. Voy a pintar un cartel con su nombre y dirá: poeta Marcelo Martino.
Alejandra Bosch, julio de 2021
3 ideas sobre “Marcelo Martino”
Excelente despedida que no es más que un poner en el corazón su nombre su memoria su poesía
Hermoso y emotivo homenaje a un gran ser humano, a un poeta humilde y genuino. Muchas gracias por permitirnos dirigir unas palabras en su memoria.
Excelente evocación de un gran talento.