Y un día Robert Frank publicó The Americans. Pero este texto no abundará en palabras referidas a ese trabajo seminal.
Por sesenta años, Frank, fue aclamado como uno de los más importantes fotógrafos del Siglo XX. En lo personal quitaría el “como uno”. Con sólo ochenta y tres imágenes, el autor suizo, dividió a la historia de la fotografía en dos: AF/DF. Antes de Frank y Después de Frank.
Luego… ¿qué?
El mismo Frank dice: “Una esposa puede dejar de amarte: ¿La fotografía? La amé, puse mis talentos en ella, me comprometí con ella; pero cuando el éxito y el reconocimiento fueron parte de ella, fue el momento de buscar a otra esposa, a otra amante”.
Tras un paréntesis que duró aproximadamente diez años, Robert Frank se instaló, mayormente, en su casa de Nueva Escocia, Canadá; con su pareja, la artista June Leaf, y comenzó a fotografiar otra vez. Atrás habían quedados sus experiencias cinematográficas, un trabajo fotográfico menor como fue From the Bus y el histórico legado de The Americans.
Nueva Escocia fue el refugio y el espacio en el cual Frank pudo elaborar el duelo por la muerte de su amigo Danny Seymour y de su hija Andrea; fue allí donde Frank exorcizó sus demonios a través de una nueva forma de relación con la imagen fotográfica, desacralizada, rota y vuelta a construir.
“Siempre estoy mirando hacia afuera, tratando de mirar hacia adentro, con el ánimo de decir una verdad. Pero a lo mejor nada es verdad, realmente. Excepto lo que está allá afuera. Y lo que está allá afuera está en permanente cambio”.
El intento de Frank era dejar el pasado atrás. Para ello, la cámara de Frank (su ojo) se volvió sobre sí misma, refotografiando viejas imágenes, recontextualizándolas y dialogando con otras, hasta llegar a accionar sobre el plano fotoquímico mismo para la construcción de una imagen fotográfica novedosa y disruptiva.
Las superficies del negativo y del papel obraron como canales para la libre expresión, una vez abandonada la noción de tierra sagrada e intocable, ahora planteadas como geografías a conquistar cual palimpsestos urgentes por un Frank expresionista, oscuro y perturbado.
Fotos como “Sick of Goodby´s”de 1978 o “Mother Nature”de 1984 son de una intensidad devastadora tal que, comparadas con imágenes de otros autores contemporáneos a Frank, parecen pertenecientes a otro medio, a otra disciplina; no parecen fotografías.
Y está su sensibilidad. En “4 a.m. Make Love to Me, Brattleboro”, Frank se asume como un ser deseante y con ansias de goce a pesar del dolor.
“My Father´s Coat”de 2000 apela a la nostalgia del amor paterno perdido y al reconocimiento agridulce de la cercanía de la propia muerte. Las fotos de Frank son trágicamente hermosas y su monumental obra nos acerca a experimentar a la fotografía como un proceso vital que implica la continua lucha entre la fascinación y el desengaño.
Robert Frank tuvo la habilidad y el coraje para provocar una primera ruptura, y una segunda, y una tercera en su extensa carrera como fotógrafo; lo dejó todo luego del reconocimiento y la fama que terminaron por hastiarlo, fue capaz de exponerse al fracaso; y los traumas de su vida sirvieron como combustible para avivar un fuego nuevo, para darle voz al ahogo y a la tristeza que ya nunca más lo abandonarían. Sus fotografías del período 1971-2005 lo exponen en su crudeza, su debilidad y su desorientación, pero aún de pie, inteligente, desnudo, débil y vulnerable; son fotos de un hombre que ha vivido su vida asumiendo sus fortalezas y sus contradicciones, sin pretensiones de trascendencia ni reconocimiento.