La narrativa marginal de «Visita, Francesa y Completo»

Con una narrativa cruenta, descarnada, vívida y transparente Visita, Francesa y Completo de Eduardo Perrone construye la cartografía de un Tucumán de los setenta que aún hoy perdura a grandes rasgos; es la escritura sobre un submundo, un oscuro espacio marginal de cuya base emerge la estructura de un poder violento, corrupto y enfermo: el Estado y sus aparatos de represión. En la cima vemos una burguesía que desde su doble moral hace bandera profundizando la marginalidad.

El entramado social de este complejo submundo marginal posee sus propias reglas, formas de comportamiento, lenguaje y códigos. Dentro de este escenario vemos cómo se introduce Gervasio Moreno, recién salido de la cárcel y que, aunque haya sido absuelto de culpa y cargo, los mecanismos de falsedad y de exclusión de la sociedad no le permitirán reinsertarse, no importa cuánto lo intente, las puertas a un trabajo “honrado” para él están cerradas. La analogía con la propia experiencia de Perrone es inevitable, volviendo el inicio del relato casi un testimonio del escritor, quien en 1969 fue acusado injustamente, acusación que le valdrá la permanencia de dos años y ocho meses en distintas instituciones carcelarias hasta que el juez dicte la sentencia final y sea, junto a sus amigos, sobreseído. Muy a pesar de esto una mancha acompañará al escritor por siempre. Fruto de esa experiencia Eduardo publicará, en 1973, Preso Común, la novela más vendida de la literatura tucumana en esa época.

Su escritura realista, sucia, comprometida y vivencial le abrirán las puertas a un nuevo mundo. Pero antes sufrirá el desplazamiento y la marginación como cualquier ex presidiario común. En Visita, Francesa y Completo, a diferencia de su primera obra, ya no es Perrone personaje el que experimenta y testimonia la marginalidad, sino Gervasio Moreno, y a partir de aquí el crecimiento narrativo del autor es notable. 

Al igual que en su ópera prima, en esta obra estamos ante un narrador experiencial para nada contemplativo, no es un simple espectador que observa, al contrario; la voz narrativa se posiciona desde la experiencia, desde dentro de ese submundo oscuro que denuncia. La denuncia del relato excede los márgenes de la página y el imaginario, es tan realista como cruel. Y desde las fronteras entre lo real y lo ficcional la novela muestra la corrupción de la Policía y el Estado, cómplices de la prostitución, delincuencia, drogas, trata y asesinatos:

—¿Quién es, Juan? El cafisho mayor, digo.
—El jefe de policía.
—¿Me estás tomando el pelo Juan? ¿Es joda esto?
—Claro que es joda. Mirá: todos los quilombos tienen que poner el “arreglo” semanalmente. Los finos, doscientas cincuenta lucas; los otros de acuerdo a la categoría, la clientela, etcétera. Las timbas, ladrones de autos, quinieleros, punguistas y ladrones, todos ponen. Los traficantes de cocaína, los grandes por supuesto, están en la onda también; por ahí a la larga agarran un pobre infeliz que anda con cuatro o cinco “papeles” para rebuscárselas y que no está bajo la tutela de “EL PATRÓN”. Lo hacen para hacer teatro. ¿Y qué me contás?

(Perrone, 2021: 38)

No por nada la obra de Perrone fue proscrita durante la dictadura. Estamos ante una narrativa que irá desde un inicio a contracorriente de la tradición, el canon y la literatura oficial. La fuerte denuncia narrativa, como la alusión del capítulo dieciocho a las persecuciones previas al golpe de estado de 1976, se conecta con la violencia ejercida por la Policía sobre trabajadores y estudiantes en protesta en el capítulo veinticinco:

El centro estaba convulsionado. Los obreros, los estudiantes, el pueblo peleaba en las calles con la policía. La pelea era despareja, como pasa siempre que pelea un pueblo. De un lado piedras, hondas, panfletos. Del otro armas automáticas, gases y bastones. A la gente que agarraban la hacían subir a garrotazos limpios a los celulares, acostarse boca abajo, y seguían pegándoles en el piso con culatas, garrotes y pies durante el trayecto a la jefatura. Fue un desastre, a muchas chicas lo menos que hicieron fue violarlas con los bastones y tratar de meterles la mugrienta tripa por la boca. «Gritá ahora, gritá libros sí, botas no, gritá abajo los explotadores, gritá fuera los yanquis».

(Perrone, 2021: 97)

La condena social y la proscripción recaerán entonces sobre el autor y sus obras. Conseguirlas será casi una hazaña hasta que en 2011 sean publicadas nuevamente en el Taller Creativo Crecer Juntos por la Editorial elCRUCEcartonero.  

Desde Falta Envido Ediciones entendemos que la literatura es una práctica social, cultural y artística que se relaciona íntimamente con sus propios contextos sociales, culturales, artísticos y económicos; por lo que la denominación de narrativa marginal para referirse a Visita, Francesa y Completo de Eduardo Perrone nos parece propicia, ya que refleja, y es producida desde, la realidad de parte de la periferia tucumana. Autor, narrador y personaje son sujetos que habitan esa periferia. 

Gervasio ingresará de a poco al hampa tucumano, como un aprendiz, encontrará un mentor en Alejandro, un viejo amigo ahora devenido en cafiolo y narcotraficante; veremos entonces cómo se produce su conversión de ex presidiario en busca de trabajo a, finalmente, delincuente. En el proceso de esta transformación conoceremos el submundo de un Tucumán que se quiere esconder, pero que se sabe que está ahí. Pasaremos por conventillos, que sirven como espacios de prostitución y maltrato; bares nocturnos en donde se comercia con drogas; un hotel con personajes y códigos muy particulares; una Catamarca que esconde la trata de personas y mucha violencia, sobre todo a la mujer. La narrativa de Visita, Francesa y Completo es para masticarla despacio, con cuidado y atención, nada que el autor nos muestra está porque sí, muy lejos de eso. 

Existen tres características más que hacen a un estilo particular: la denuncia de la obra y su crudeza están tamizadas con un humor de fuerte contenido ideológico, su ironía deja traslucir la sentencia y confrontación de Perrone. Mientras que la carnavalización en la obra permite la apropiación de los símbolos del poder para ridiculizarlos; generando, a su vez, una alteración en las posiciones de jerarquía: Gervasio viste a las maneras de una clase pudiente, come y se moviliza desde el lujo, alternando su estatus. Por último, el matiz de fantasía que ingresa en la obra a través de los diálogos entre el personaje y un fantasma, quien cumple el papel de conciencia vengadora y maleva, buscan aminorar la intensidad de la crudeza del relato.

Eduardo Perone vivirá en un vagón olvidado por varios años hasta que el frío y la muerte lo encuentren en julio de 2009, casi profética parece su escritura del primer capítulo de Visita, Francesa y Completo en donde Gervasio recuerda el encuentro con Loyola, que también acababa de salir de la cárcel:

Tiempo después me enteré que Loyola había conseguido la libertad de lo que él llamó su segundo proceso. Lo encontraron muerto en la puerta de un zaguán, una de las heladas del mes de julio lo sobreseyó definitivamente… Sin que esto afectase su buen nombre y honor.

(Perrone, 2021: 15)

El impacto que produce la escritura de Buby vuelve inevitable publicarlo. Este hecho concreto y maravilloso permite que Visita, Francesa y Completo abandone la periferia y circule, nuevamente, por medio de la Serie Homenaje Eduardo Perrone.


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