Parada Obanta es la publicación más reciente de la poeta Ohuanta Salazar editado por Tren Instantáneo cuya presentación se realizará el próximo 7 de Mayo en Espacio Cultural Pichuco y estará a cargo de la gran poeta Sonia Scarabelli. Es el resultado de un profundo proceso de trabajo con la maestra Diana Bellessi, cuenta con referencias de Jorge Accame y Daniel Rafalovich.
Se trata de un libro que reúne 90 poemas, que como expresa Jorge Acame en la breve referencia que hace al libro, «(…) cantan una estirpe, tienen en sus genes un dolor arrollado por la ternura hasta la última Parada Obanta, desde donde empieza la canción».
En Parada Obanta la palabra poética ovilla y desovilla historias que nombran los silencios originarios de una identidad que se deconstruye a sí misma y se nace de nuevo en cada poema.
A veces el rumbo zigzagueante de saberse para el otro lado como en
«Mi camino a la poesía»:
¿Ha visto la subidita que va hasta el pie del cerro? Esa que queda más después de la alameda no cruce de noche que el viento se entrevera dicen que anda afinando Coquena unas coplas para El Enero. ¿Y el camino de las pirquitas? Ahí nomás sabía haber unas tunas ricas, aproveche las maduritas no las agarre sin pañuelo. ¿Más allá ha visto la vertiente del camino? El mejor berro fresco está ahí, en el costadito. ¿Y la bajada de los Diablos? Los cerros sin diablada, cuidado que parecen igualitos. De ahí camine todo, todido para el otro lado.
A veces la certeza de encontrarse en la contracara del pasado como en » Viaje de vuelta»:
A mi bisabuela Marcelina recién casadita, se la llevaron a Tucumán. Tafí Viejo o Buenos Aires, le daba igual todo era lejos de Piamonte. Mire Fernando, allá, nubes de tormenta, dijo ella confundiendo el horizonte y mi bisabuelo: no es eso, son los primeros cerros. Al revés que mi bisabuela, yo confundí el Aconquija, de reojo lo sentí como percibimos los cerros los que nacimos ahí sin mirarlos, están al costado y al fondo de toda charla. Creí que iba por la Mate de Luna pero no. Estaba en una calle de Buenos Aires donde no hay cerros, entonces tuve que mirar. Mi Aconquija era un nubarrón gris y enorme. Se viene una tormenta y esta zona se inunda, dijo alguien. Mi cerro, el que un ratito antes, de reojo, fue mi cerro, comenzó a llover. Mi bisabuela sentada en la galería de Obanta, señalaba las cañas y me hablaba del Piamonte, de Pampa y la vía, del Aconquija y el subterráneo. Suspiraba largo y decía No hay que mirar atrás, m’hijita, per non perdersi. Y ahora yo, volviendo de su viaje, equivoco al revés, cerros y tormentas y acaso, como ella, mezclo mis paisajes y miro de reojo nomas para no extrañar.
Otras tantas, simplemente el deseo de querer dar pelea mano a mano contra el olvido, como en «Alojita cantada»:
En ese algarrobo sabía haber un pajarito dele cantar y cantar, decía abuela. Las vainas en el agua y ella revolvía contándole cosas que no escuchaban el abuelo ni la suegra, después endulzaba y así alojaba su aloja riquísima, frescura en las siestas. La mejor ¿quenó?, preguntaba es la música de las semillas, aloja cantada, decía. Ahora abuela en cama olvida los días, los nombres pero recuerda hacer su aloja. Los hijos le traen vainas y abuela ojitos nublados mira sin ver, las acerca y escucha, estas semillas no están entonadas, se enoja y grita palabras que nunca dijo antes. Nadie le avisa de la pacha vendida ni del cerco ni del dueño del algarrobo. Los nietos, ladrones en la siesta le traemos las semillas. Abuela las escucha y sonríe. Entonces mueve los brazos, imagina y revuelve una olla invisible le canta, le cuenta en voz baja y endulza su alojita cantada.
Son, entre otras cosas, el motor que impulsa la palabra y la musicalidad tan particular de la autora.
Cada poema tiene una sonoridad única, una música interna, una cadencia que nos permite vivir una experiencia estética donde las imágenes, durante la lectura, empiezan a ocurrir como experiencia interior y, entonces, viajamos y entendemos cada poema, cada palabra como parte de una trama en la que también estamos tejidos.
Ohuanta Salazar nació en 1975 en San Miguel de Tucumán y creció en San Salvador de Jujuy. Cursó la carrera de Bioingeniería en la provincia de Entre Ríos, actualmente reside en Buenos Aires. Publicó su primer libro de relatos Patios de Obanta (Ed. Tahiel, 2017); Integra la antología de selección Homenaje a Nicanor Parra (Ed. 3+1, 2018); Bardos y Desbordes II (Ed Tersites, 2019); Antología Poetas de Tucumán 1960-1990 (Ed. Humanitas Facultad de filosofía y letras UNT, 2021); el poemario Parada Obanta (Ed. Tren Instantáneo, 2022).
2 ideas sobre “Parada Obanta, una poética para «desovillar y ovillar de nuevo»”
Hermosa reseña de un libro tan bello (desde los poemas que leído y escuchado, hasta la tapa) que quiero tener bien pronto entre mis manos.
Sí, los poemas van sonando como agua que camina el río. Se percibe el ritmo.