Me cegaré Coseré mis parpados con extremada fruición. Primero uno y luego el otro a la piel de mis mejillas que poco a poco se irá tensando hacia arriba. Tomaré la aguja del ojal más fino y con un hilo escarlata dibujaré prolijos puntos en mis ojos. Sobre cada pestaña una puntada. Y la sangre no me dejará ver.
La calle arde La salida se adelanta y vuelvo sola No tener llave de la propia casa será siempre un asunto de diván Porque yo si hubiese esperado no hubiese visto la vida hubiese esperado pero vi a mi madre por el violento cristal de la ventana su carne estado puro de explosión.
Algunas aves picotearon la semilla de sus manos Otras sorbieron su agua y fundaron las grietas de su cuerpo Hasta que todas la rodearon como una nube de langostas
Cuidado afuera están los perros avisa con la voz limpia de la madrugada Ella se levanta al último Esta noche tampoco ha sido buena recuerda a su abuela esta niña es rara, no tiene cosquillas y arruga su cuerpo mezquino entre las piernas un cuerpo no suyo o no como ella imagina Qué será, entonces, el atado de huesos que sacude a la mañana y le arrima para ahuyentarse los fríos del afuera y del adentro Pasa que le dicen que irse entre palabras no la saca del miedo, del mundo le dicen que ahí el hambre se agiganta ¿y qué dará de comer a las bocas de su cuerpo? Pero ella no entiende Aprieta desnuda la arena que se levanta. Cuidado, afuera Sí ahí voy a que me coman los perros.
Hay aquí una puerta para entrar una puerta para salir nadie es obligado a estar de un lado o del otro pero nadie es libre de la condición de estar Entonces los habitantes debaten y resuelven salomónicamente los sutiles inconvenientes de la conveniencia: ¿Qué hacer? Alquilar
Gestos de la libertad Todas las tardes cuando camino por las vías hablo sola. Y qué me importa. *** La mami solo te pidió que cuando elijas perro sea macho y te viniste con Mili, la gatita preñada *** En el 59, rodeada de mar, hubo revolución. Unos se quedaron para ser felices. Otros se fueron para ser felices. *** En el kiosco un changuito mostró su puñado de billetes y una sonrisa con ventanas -Quiero esas gomitas- dijo. Ahora salta y se relame mama la libertad.
El verbo vive en lo espeso de vos dentro de mí calmando las fauces de la noche
Silvina Chacón (San Juan, 1981). Es profesora de lengua y literatura. Publicó Un buitre en mi mesa (Ed. Noches Blancas, 2015). Fue seleccionada por el Fondo Nacional de las Artes como becaria del programa Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina. Participa en la Antología Federal de Poesía Región NOA editada por el Consejo Federal de Inversiones (CFI). Publicó junto a Gabriel Gómez Saavedra la plaqueta Palabras Abrazadas (Editorial Pliegapalabra 2022)