Entre las hojas pardo (Ediciones El Mono Armado) es el primer poemario de Fernán Paulo Costantino, se nos presenta como el resultado de trabajos, lecturas y encuentros entre el autor y Javier Galarza (1968-2022), poeta recientemente fallecido, y quién realizó el prólogo introductorio de la obra.
Quiero, antes que nada, destacar las ilustraciones de Debo Palabras, tanto en tapa como en el interior, estas últimas separan en dos partes el poemario (tiempos naturales y conversación). Un delicado cruce de dos mundos que confluyen con puntillismo y líneas sueltas, dedicado trabajo artístico, un personaje mitad escarabajo, mitad hombre nos invita a la lectura desde la tapa.

Efectivamente, como lo sugiere la imagen, Entre las hojas pardo parece habitar entre dos mundos, cosa que el autor nos advierte desde el epígrafe: Aunque te llamen de mil formas diferentes / estará siempre el nombre / del otro lado del muro (Paulina Vinderman). En ese otro lado del muro, en un mundo alejado de su origen en el fuego; las cavernas o las pinturas rupestres, la alineación diaria, suele distraernos con fetiches de la vida moderna, que alcanzan el estatuto de verdades. Tal vez solo la poesía o la magia puedan dar testimonio de ese origen más remoto (Javier Galarza); en efecto, los versos de Fernán refieren a un origen, pero desde un cotidiano que observa con detalle la noche, el silencio, las paredes, que desde un refugio escucha un jardín –al que volverá cada tanto en diferentes versos–. La noche se repite en sombras; el silencio como contrapeso a las lenguas, voces, murmullos, aullidos, sonidos, palabras y ruidos sin boca; una bestia que en sus ojos oculta el revés de las cosas, de boca hambrienta. En el imaginario, los elementos naturales, las palabras y la animalidad testimonian ese origen; el fuego, generador de cenizas, es luz que alumbra. Los murmullos son reflejos de otras lenguas ocultas que se hacen presentes en el viento. Y aunque el origen es incierto balbucea verdades.
Selección de poemas:

silencios con los primeros silencios de la noche busco un lugar en nuestros rincones escribo a quien abraza una piedra con la fuerza de un arroyo a la bestia que lleva su nombre a sus ojos que ocultan el revés de las cosas
formas vivas el refugio es un desastre formas vivas dibujadas en las paredes juguetes sombras la imperfección de la presencia ruidos sin boca salen desde las habitaciones palabras afuera escucho un jardín
cenizas en un sobre del revés al fuego los huesos a las luz transparencias de un jardín
la bestia arrastra sus pies sobre las hojas secas cruel en el revés su boca hambrienta una historia toda esta sed el fuego se expande como se aleja una mano

el tiempo el diálogo está roto cómo burlar lo dicho espíritu jocoso nos pertenece no una vida sino una imagen borrosa como repetición nos dice nos nombra
el fuego en qué se convierte una figura de la noche expulsada a mitad de la historia lejos del pulso apenas su sombra desnuda al margen hasta consumirse