La educación permite comer con educación y permite otras cosas; pero si quieres volar, o se tienen alas o no se tienen. *** En el canasto de la ropa sucia reconozco el verano, los pantalones ligeros, las camisetas. Tenía demasiada urgencia de partir para detenerme a limpiar las huellas de la huida. *** ¿Dónde puedo ocultarme, qué abrigo puedo hallar para defenderme de tu esplendor? Ves, yo me quemo de prisa como un petardo, como un pedazo de mecha cortada. Pero no habrá explosiones ni grandes llamaradas, sólo un palito de ceniza mustia. ¿Y entonces no sería mejor que me mojaras un poco, si no con agua perfumada, sí con agua simple, por ejemplo agua de lluvia? *** ¿De verdad que para salir de la cárcel hay que conocer la madera de la puerta, la aleación de los barrotes, establecer la gradación exacta del color? Se corre el riesgo, volviéndose un experto, de encariñarse. Si quieres salir en serio de la cárcel, hazlo en seguida, incluso con la voz, conviértete en canción. *** Paloma coja. Ridícula paloma coja y deforme. Si algún defecto tienen las bestias se parecen en seguida a los hombres. *** ¡Mira! Todo el mundo quiere que lo miren. Aun los que se esconden para no ser vistos sólo desean en el fondo que los miren. Pero quien tiene miedo, no ve y tampoco es visto, el miedo es lo que arma al asesino. Mira, ya estoy muerta. ¡Mírame! ¡Revíveme! *** Es evidente, yo me muero. Estoy a punto de morir, ignoro si es cuestión de días o años, pero me muero, voy a morirme. Todos lo hacen, yo no soy la excepción. Sí, me resigno a esa regla banal. Mientras, sin embargo, entre un sueño y otro, hasta que el sueño existe (sólo quien vive goza de su sueño), mirando el cielo, inspeccionando con los ojos, en este lapso incierto, no cabe duda: soy inmortal. *** Casi siempre quien está contento es también vulgar; hay en la alegría un pensamiento que tiene prisa y no tiene tiempo de mirar, pasa de largo compacto y enajenado y ofende cuando vuelve la cabeza hacia quien muere: —¡No se me ponga así, adelante, ánimo! Aquel que se halla inmerso en el dolor evite los alegres y desenvueltos pasillos y se limite a los pasos lentos de sus iguales. Si una rueda se atasca y la otra gira, la que gira no deja de girar, sino que avanza a todo lo que da y arrastra la otra en una carrera pobre y oblicua hasta que la carreta se detiene o se desquicia. *** Enternecida la mirada en interior mirada se detiene a cada paso y se contempla. Siento que poco a poco me gana la demencia.
Poemas en versiones de Fabio Morábito, extraidos del libro Yo casi siempre duermo (Antología poética), Textos de Difusión Cultural, Serie El Puente, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2008.