Poemas de Patrizia Cavalli

La educación permite comer
con educación y permite
otras cosas; pero si quieres volar,
o se tienen alas o no se tienen.

***

En el canasto de la ropa sucia
reconozco el verano,
los pantalones ligeros, las camisetas.
Tenía demasiada urgencia de partir
para detenerme a limpiar
las huellas de la huida.

***

¿Dónde puedo ocultarme,
qué abrigo puedo hallar
para defenderme de tu esplendor?

Ves, yo me quemo de prisa
como un petardo, como un pedazo
de mecha cortada.
Pero no habrá explosiones ni grandes llamaradas,
sólo un palito de ceniza mustia.

¿Y entonces no sería mejor
que me mojaras un poco, si no con agua
perfumada, sí con agua simple,
por ejemplo agua de lluvia?

***

¿De verdad que para salir de la cárcel
hay que conocer la madera de la puerta,
la aleación de los barrotes, establecer la gradación
exacta del color? Se corre el riesgo,
volviéndose un experto, de encariñarse.
Si quieres salir en serio de la cárcel,
hazlo en seguida, incluso
con la voz, conviértete en canción.

***

Paloma coja. Ridícula
paloma coja y deforme.
Si algún defecto tienen las bestias
se parecen en seguida a los hombres.

***

¡Mira!
Todo el mundo quiere que lo miren.
Aun los que se esconden para no ser vistos
sólo desean en el fondo que los miren.
Pero quien tiene miedo, no ve y tampoco es visto,
el miedo es lo que arma al asesino.
Mira, ya estoy muerta.
¡Mírame! ¡Revíveme!

***

Es evidente, yo me muero.
Estoy a punto de morir, ignoro si es cuestión
de días o años, pero me muero,
voy a morirme. Todos lo hacen,
yo no soy la excepción. Sí, me resigno
a esa regla banal. Mientras,
sin embargo, entre un sueño y otro,
hasta que el sueño existe
(sólo quien vive goza de su sueño),
mirando el cielo, inspeccionando
con los ojos, en este lapso incierto,
no cabe duda: soy inmortal.

***

Casi siempre quien está contento es también vulgar;
hay en la alegría un pensamiento
que tiene prisa y no tiene tiempo de mirar,
pasa de largo compacto y enajenado
y ofende cuando vuelve la cabeza hacia quien muere:
—¡No se me ponga así, adelante, ánimo!

Aquel que se halla inmerso en el dolor evite
los alegres y desenvueltos pasillos
y se limite a los pasos lentos de sus iguales.
Si una rueda se atasca y la otra gira,
la que gira no deja de girar,
sino que avanza a todo lo que da y arrastra la otra
en una carrera pobre y oblicua
hasta que la carreta se detiene o se desquicia.

***

Enternecida la mirada
en interior mirada se detiene
a cada paso y se contempla. Siento
que poco a poco me gana la demencia.

Poemas en versiones de Fabio Morábito, extraidos del libro Yo casi siempre duermo (Antología poética), Textos de Difusión Cultural, Serie El Puente, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2008.



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