El Guadal Editora presentó su primer libro para infancias: Sr. Mocardo, de Laura Sali. Compartimos algunas impresiones y reflexiones en torno a este nuevo libro. El 20 de mayo El Guadal Editora presentó Sr. Mocardo de Laura Sali en el Cebil Espacio Cultural (SFVC – Catamarca). Este es el primer libro para infancias que produce la editorial y forma parte de la colección Sana Sana, que incluirá cuentos con la temática salud-enfermedad, en la que se concilian los saberes de la medicina académica y la medicina popular, y es por esto que la colección, también dirigida por Laura Sali, tiene una perspectiva intercultural.
Los mocos y su atención
Los pediatras Antonela Bollati y Alejandro Severini fueron los elegidos para presentar el libro. Entre otras palabras, dijeron que Sr. Mocardo permite familiarizar los mocos, percibirlos como partes del cuerpo, de sus funciones necesarias para la vida y que son una expresión de la fuerza de un individuo, de la corporalidad que desea sanar. El personaje principal, Sr. Mocardo, presenta a su “familia” y cuenta qué hacen cada uno en el cuerpo. Incómodos a veces, sí; pero necesarios para hacer funcionar muchos órganos y sistemas. Del segmento del libro dedicado a recomendaciones para aliviar el malestar que provocan los mocos, que incluyen reposo, caldos, vapor de agua y hasta una cebolla bajo la cama, los presentadores valoraron que estas recomendaciones que podríamos llamar “recetas de la casa, de la abuela o de la familia”, son prácticas que nos hablan de una sabiduría del hogar para atender malestares sin necesidad de medicalizar los cuerpos. Los pediatras insistían en que hay casos que sí necesitan la medicalización, pero otros que pueden ser atendidos desde esta sabiduría de abuelas, que es un saber construido desde la experiencia, y que el libro ha recuperado de un modo lúdico y didáctico. También advirtieron que esta misma sabiduría ha encontrado en los últimos tiempos una alternativa que muchas veces confunde, alarma y angustia, el “googleo de síntomas”; y a la par de esto la cada vez mayor “consulta virtual” y “la auto-medicalización”, que no siempre son las opciones más sanas para las infancias y sus afecciones. Ante esto, la sabiduría de abuelas no medicaba con la industria farmacológica, sino con medicinas naturales atendiendo el malestar.
La multiplicación de Mocardo
El día 21 de mayo una mamá que asistió a la presentación junto a sus hijxs nos hizo llegar por WhatsApp una imagen del Sr. Mocardo que su hijo había hecho con plastilina. Este Mocardo-plastilina había sido inspirado en el Mocardo-títere de Federico Abaca (del grupo teatral Chincho Poroto de Catamarca), que hizo para la presentación del libro. El Mocardo-títere, que canta, baila y dialoga con lxs niñxs, nació a partir del Sr. Mocardo-libro que a su vez contiene a los Sres. Mocardos dibujos, realizados por diez niñxs que conforman las treinta y cuatro ilustraciones del libro. Estos dibujos son, a su vez, las creaciones o mejor dicho las apropiaciones y recreaciones que lxs niñxs hicieron del Sr. Mocardo-escritura que realizó Laura Sali, y que antes de eso fue una idea, con toda su historia desde un destello hasta la elaboración de un concepto con forma, fondo y fuerza. Y hay más, pues antes de ello, mucho antes de todos estos Mocardos —concepto, escritura, dibujo, libro, títere, plastilina— fue una inquietud y preocupación de Laura, mamá de bebés aquejados por mocos.
Este relato de las multiplicaciones de Mocardo me hizo pensar, pero de modo inverso, en Platón y la materialización de las ideas. Platón pensaba que había dos mundos, el de las ideas y el de la materia, aquel era de las esencias verdaderas y este de engañosas copias. Para Platón los artefactos que hacían los artistas eran copias siempre imperfectas de la idea original. De algún modo Platón despreciaba a los artistas por multiplicar las engañosas sombras de apariencias y alejar a los humanos de las inmutables ideas. Pero los tiempos pasaron y en nuestra época la multiplicación y la diferencia antes que un vicio platónico se ha convertido en una virtud de la contemporaneidad. En nuestra época cada vez dudamos más de las esencias inmutables, de las verdades eternas, de las ideas primigenias, puras, absolutas, origen de todo lo demás. Como dirían Nietzsche o Foucault, gris es el comienzo de todo. Ni blanco, ni negro. Sí, gris, en sus múltiples tonalidades. Todo tiene un comienzo oscuro, desordenado, caótico, no una idea clara y pura, sino múltiples fuerzas provenientes de diferentes sitios que al colisionar aleatoriamente inventan algo contingente. Mocardo, en su genealogía, nos muestra que su invención antes que provenir de un mundo ideal, proviene de la realidad material, de circunstancias pasajeras pero acuciantes, como la angustia materna por la enfermedad de los hijos, como el juego entretenido de los niñxs, como el interés laboral de lxs editores y el titiritero. Mocardo se inscribe en la tradición del materialismo, nace de este mundo y de sus deseos y necesidades, y no deja de aparecer en diversas materialidades.
Sr. Mocardo antes de su publicación ya había sido leído, apropiado y reescrito, en el lenguaje del dibujo, por diez niñxs. Supongo que para las infancias recrearlo, darle una forma, una carnadura en el papel, fue un juego (con todo lo importante y fundamental que tiene el juego en la infancia). Esas creaciones vistas desde la mirada de un adulto podrían ser clasificadas como pertenecientes a estéticas figurativas, abstractas, expresionistas, fauvistas, neofigurativas, pop, comic, minimalistas, etc. De entre todas las ilustraciones, cada una con su belleza y sorpresa, hubo una que destacaba por su particularidad. El dibujo del niño había sido hecho sobre la fotocopia de un libro anillado, lo que comúnmente llamamos un apunte de estudios. Esa obra suscitaba la curiosidad sobre las circunstancias de creación del dibujo. Cada una de las obras fue expuesta el día de la presentación, algunas fueron llevadas por sus autores, otras donadas a la editorial.
Finalmente, este proceso de apropiación y reescritura, y la multiplicación de los Mocardos, me hizo pensar en cómo una obra progresivamente puede independizarse de su autora. El último Mocardo que conocemos, el de plastilina, nace a partir del Mocardo títere, de sus ocurrencias, sus canciones, sus diálogos con las infancias. Si el niño que creó con plastilina leyó o no el cuento pasa a un segundo plano, porque lo principal es la continuidad del impulso creador. El primer Mocardo de la lista fue el elaborado por Laura Sali, ya como idea, ya como concepto metáfora, ya como borrador, ya como escritura. Luego siguieron otras formas que continuaron eso que, a falta de otra expresión, nos empeñamos en llamar impulso creador.
Libros para infancias
Como Editorial, en el proceso de elaboración de Sr. Mocardo consultamos libros para infancias. Como era el primer libro de este género para nosotros, nos interesaba ver tamaños, diseños, estéticas, materiales y formatos de impresión, para esto recurrimos a la producción nacional, en particular de Buenos Aires, e internacional, porque –y esto es algo que nos llamó la atención- es muy escasa la producción y circulación de literatura para infancias en la provincia (Catamarca) y en la región (NOA). O no se producen muchos libros para infancias, o si se lo hace, la circulación es limitada y no tan difundida.
Desde que empezamos a trabajar con la editorial advertimos que el género que más circula está destinado a adultos, en la región éste es la poesía, o por lo menos lo que más producción tiene. Aunque, en nuestro caso, el ensayo de humanidades nos ha dado buenos resultados en diferentes espacios de comercialización. Los libros para infancias parecen ser un género “difícil”, por el tipo de producción, de diseño y materiales que implica mayores costos en general.
A la par de esta escases o invisibilidad en el sector del libro (producción y circulación), nos encontramos con que es un género poco consumido. Esto nos lleva a preguntarnos sobre las prácticas de lectura en relación a las infancias, ya sea lectura de niñxs o de adultos a ellxs. O la práctica de la lectura a las infancias ha disminuido significativamente, o ha sido sustituida o solapada por otros dispositivos de educación, entretenimiento e información (TV, celulares, etc.). La escena romántica de lectura de los adultos leyendo a lxs niñxs antes de dormir es cada vez más impensada, o una excepción pasajera. Nos queda como editorial, pero también como lectores adultos, pensar en estrategias que promuevan esta práctica desde la más temprana edad.
Laura Sali es psicóloga y trabaja con infancias tanto en el ámbito público como privado. Es co-creadora de El Guadal Editora y dueña de Librería a la carta.