Tu poder se inmiscuye entre los músculos agotados y tus cenizas resbalan como un jazmín fresco sobre los hombres. Tu boca en silencio absoluto este erotismo que se ordeña en una laguna de sexualidad muda. Fue como aquella vez que nos encontramos tristes bajo las sábanas y nuestras costillas se encastraron entre sí para armar la casa donde fuimos a llorar luego. Tu torso dibujó las líneas imaginarias que se encontraron con las mías para jugar como niños con hambres iguales. Sin culpa. Sin remordimientos. El agua no sabe que su impulso es el tuyo nadando dentro mío. No recuerdo el aspecto de tu mezquindad: esa que asoma como una hendidura en tu pecho. “Una flor no lejos de la noche mi cuerpo mudo se abre a la delicada urgencia del rocío” Alejandra Pizarnik Me hubiese encantado escribir sobre nuestro sexo mal habido pero hay una miel en el lenguaje que no conozco (ni la miel ni el lenguaje) que repugna y desobedece cada intención que tenga. Quizás pueda dibujar la idea y sostenerla sobre un lienzo por mucho tiempo o trazar un mapa para ahorrarme la confusión sobre si fue real o un capricho después del vino.

Flavia Carballo
(Entre Ríos, 1990). Lectora, poeta nómada y estudiante de Letras por orden de aparición. Formó parte de la Colectiva de Escritoras Patagónicas Casa San Martín de los Andes, quienes recientemente resultaron ganadoras del Premio Democracia edición 2021 y publicaron la antología poética Nos queda el mundo. Algún poema tiene que haber. Formó parte, además, del Centro Editor Municipal de dicha ciudad. Actualmente vive en la ciudad de Salta.