Suelen decir que el trabajo de todo artista es atrapar el alma y la esencia de las cosas para que de esa manera sus obras nos atrapen. Como una cazadora, Cecilia Espinoza logra atraparnos con sus pinturas, esculturas, ilustraciones, objetos y murales donde logra una simbiosis de sus conocimientos sobre diversas culturas, principalmente la suya, la andina.
Este año y para la época del carnaval, Cecilia terminó de pintar El beso jujeño.
Sobre la base de una obra emblemática del arte moderno, como es la de El beso de Klimt, la pintura de la artista jujeña es la expresión de tradiciones y costumbres características del Norte argentino. En este sentido, se fusiona lo local con lo universal pero el énfasis está en lo segundo. Es el diablo jujeño quien se amalgama a la kuña, a la mujer guaraní, a través de ese abrazo que bien puede entenderse también como un abrazo de culturas; culturas de las que la artista se nutre, por medio de la oraliteratura, de relatos sobre ritos, ceremonias, festividades y tradiciones para luego reinterpretarlas en su paleta de colores.
Así como el pintor austríaco Gustav Klimt imprime en su obra fondos de oro y tramas de colores, la artista jujeña marca en su beso jujeño la importancia del color amarillo. Sin embargo, el simbolismo del color que encontramos en el vestido de la mujer hace referencia a la flor amarilla o flor de taperigua. En la cosmopraxis del pueblo originario chiriguano-chané, cuando en el monte esta florece se inicia la celebración del Arete como la verdadera fiesta o el verdadero tiempo. Este tiempo es de cosecha, agradecimiento y celebración y, de alguna manera, es un ritual sagrado que se vincula con el culto de la Pachamama. Además, se realiza en febrero en consonancia con la época del carnaval.
En el cuadro de Espinoza observamos la presencia del dorado en ese sol que rememora el estilo de Klimt y que contiene y abraza a los amantes. Sol que también representa la importancia de la divinidad andina y el amarillo como símbolo también del maíz como elemento sagrado tanto para la cultura andina como para la guaraní.
Sobre la obra El beso jujeño, Cecilia explica que esta simboliza “el reencuentro de culturas del mundo andino, del mundo guaranítico y lo adoptado por otras culturas que llegaron a América. Es el sincretismo hecho color y danza que se funden en un abrazo y un beso”.