LA VIOLETA COLECTIVA DE ARTE

…y si hay otra parte

que puede escapar a la repetición infernal

 está por allí, donde se escribe, 

donde se sueña, donde se inventan 

los nuevos mundos

(Helene Cixous)

La Violeta Colectiva de Arte somos, en principio, cuatro amigas movidas por un mismo interés: explorar el arte y sus amarres bajo una lógica no patriarcal. Dicho interés se convirtió para nosotras en un desafío, desde donde tratamos de pensar e interpretar nuestro aporte a la comunidad y las lógicas de su funcionamiento. 

El nombre está intimamente ligado a Violeta Parra. Es una referente que para nosotras constituye otra forma de hacer arte. Su voz y sus prácticas las sentimos cercanas a las emociones, a la sensibilidad, las fragilidades, lo genuino y lo popular. De esta forma, la colectiva no solo lleva su nombre sino también hemos creado nuestro logo en base a una arpillera de la Violeta, que se llama “Contra la Guerra”.   

Ser amigas cobra un valor especial, es desde ahí donde surge todo. En un contexto favorecido por el individualismo nos unen profundos lazos afectivos, podríamos decir que es nuestra política. Y desde allí buscamos crear un espacio que nos transforme y nos libere. 

También existe un desafío en la identidad asociada al lenguaje. La idea de la ColectivA es una forma de nombrar los cuerpos que nos confluyen. 

Como en todo proceso, la colectiva se crea sabiendo que la idea principal es la expansión. En ese caso, lo que hacemos, tiene que ver con la confluencia de nuestros intereses puestos en juego así con la pluralidad y lo interdisciplinario. Nos fuimos encontrando en el hacer y el compartir, mediante la creación que nos moviliza. 

La Violeta nace así en Santiago del Estero en el año 2019. Nuestra primera actividad estuvo ligada a la participación en la Feria del Libro de la Provincia, con la invitación a poetas que nos resonaban, del sur y del norte del país. La apuesta, en su momento, fue la difusión, la llegada de la palabra poética, el contacto con lxs autores, y la producción audiovisual de la palabra.

La experiencia es una fuente para nosotras. La puesta del cuerpo a la preguntas, a las dudas, a los tiempos, a las formas que queremos que tome lo que hacemos.

No queremos perder lo circular, el hilo que conserva el sonido de las voces que se superponen, las singularidades libres puestas en juego en un territorio que no deja de ser social, como lo es el arte; y en este caso, en el cuerpo de las mujeres que somos. 

Todas las integrantes de la Violeta tenemos un recorrido diferente en cuanto a lo que hacemos, y sin embargo, confluimos en algún punto importante que nos nombra. 

Creemos así que aún queda mucho por escribir de nuestra historia, entendiendo que la voz de las mujeres y disidencias cuentan con una larga historia de silenciamiento e invisibilización. Por ello sentimos que priorizar la visibilización del arte, de la mujer, de la lucha contra el patriarcado y las formas de violencia, como así también la rebeldía, y la transformación de nuestras prácticas nos marcan ese camino hacia la liberación de nuestrxs cuerpxs y nuestros discursos. 

A la hora de pensar nuestras actividades, tenemos en cuenta la inclusión de las voces que para nosotras tengan que ver con esos ejes, de algún modo, con romper las hegemonías que predominan en todos los sistemas, incluso el artístico y el cultural. 

La colectiva se conforma y recrea en función del contexto, entendiendo a la identidad como un movimiento en permanente gestación. Así, originariamente proyectadas en un trabajo exterior, en red con otras provincias, generando un espacio de actividades en nuestra ciudad, fuimos transformando ese lugar hacia lo íntimo, como efecto del contexto actual. 

Es así que por un lado, surgió el trabajo de difusión de poetas mujeres que amamos y leemos, por el que comenzamos a reconocer nuestro cuerpo en la voz, y la voz de otras en nosotras, conformando lo que nosotras denominamos el Ciclo La Jardinera. Lo que implicó la formalización de un trabajo que, de alguna manera, ya veníamos haciendo. Y además por otro lado, nació la necesidad de ir hacia las raíces, en la búsqueda y lectura de escritoras mujeres de nuestra provincia, marginadas en su tiempo y territorio, el cuál  es otro proyecto que alienta nuestro andar hoy. 

En este momento, debido a la situación de pandemia que estamos atravesando los seres humanos, cada encuentro que nos propusimos fue un desafío diferente. Debimos adaptar las propuestas principales, incluso los deseos, y proyecciones que teníamos, de modo que la virtualidad que se hace tan presente hoy, no nos ahogue o encarcele, y buscar así la forma de comprenderlo como un canal que abra alguna otra posibilidad. 

En este caso creemos que lo importante ha sido mantener la construcción colectiva, y genuina, en un momento en el que la individualidad se torna demasiado fuerte y angustiante.  

De algún modo fue despoblarnos de nuestra propia mismidad, para habitarnos entre todas. Creemos que solo en este ámbito confluye la idea de justicia que tanto merecemos. Y quizá para nosotras, es a través del arte desde donde pensamos gran parte de las batallas que nos queremos dar y transmitir.


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