Tres microrrelatos de Nicolás Jozami

Perdido

Esto sucedió en Pernambuco, Brasil. El hombre se había ido. Al no volver a la casa, comenzaron a buscarlo. Los medios de comunicación y las redes difundieron enseguida los datos del perdido. Cundieron asimismo las fake news: que lo habían visto en un callejón, durmiendo junto a un perro; en el sótano de una iglesia; que estaba viviendo con otra familia. El tema, es que la noticia fue tomada tan en serio, que cuando lo encontraron, el hombre siguió perdido: frente a su familia, frente a los demás, frente al plato caliente de comida.
Ataduras 

Lo incitaron a creer en la moda. La fina vestimenta fue ocupando su personalidad y hasta su personaje, fiel huésped de las familias que lo dejaban entrar a sus hogares por televisión los fines de semana. 
Pero indefinidos problemas, sobre todo referidos a la pulcritud y a su imposible permanencia, lo atormentaron. Decidió despedirse en la ventana de su lujosa oficina, creyendo finalmente que la elegancia es un insulto a la muerte, cuando suspendido boca abajo tuvo que desprenderse el cinturón que lo aprisionaba al pantalón, cuyas botamangas llegaron a sostener unos segundos sus impávidos empleados, aferrándolo a la vida antes de que cayera al vacío. 
Literatura y vida, o el constructor de las dos

                                                    a Azucena Carrizo 
         
Rotas las teclas de la Remington, Horacio Quiroga se había quedado también sin lapicera en su casa de la selva. Estaba hipnotizado, enfervorizado con el cuento que ya tenía adentro y que estaba como un volcán, con la lava a punto de salir. Se tocó incordioso la barba, luego apoyó los nudillos sobre la mesa de madera. Buscó el rifle y salió. Era una tarde de calor misionero, calcado al de los días anteriores, en los que Horacio había ido preparando su narración.
Esperó, encontró y mató un par de aves, elegidas. Volvió con el sol cayéndole sobre los hombros huesudos. Desplumó, limpió, seccionó -con un cigarro en la boca- la menos herida de las dos. Sacó el mejor canuto de una de las patas. Lo limó, terminando su segundo cigarro. Lo mojó en tinta y renació.
Escribió hasta tarde, olvidándose de su máquina de escribir inútil, hecha un sarcófago en un rincón de la casa. No le importaría saber que su literatura, salvajemente duplicada, estaba más en la voluntad de esa lapicera, que en la historia animal que finalizaría pensando en sus hijos, aquella eterna noche.

Nicolás Jozami (La Pampa). Escritor, docente, investigador. Ha publicado los títulos de cuentos: Galería de auxilios (no editorial, 2019); Hueso al cielo (Alción, 2018); La joroba del Edén (Cartografías, 2018); El brillo gemelo (Borde perdido, 2016) y La quimera (Ciprés, 2009). Poemas, cuentos y ensayos suyos han sido publicados en diversas antologías y revistas, en formato papel y en la web. Colabora con reseñas y notas para los diarios Hoy Día Córdoba (Córdoba), La Arena, (La Pampa), El Liberal, (Santiago del Estero) y en revistas digitales, como BIFE y Barbaria. Entre otras, ha obtenido las siguientes distinciones: Mención especial del jurado en el “Primer concurso de Narrativas de la editorial de la UNC” (Córdoba, 2020), “Primer premio en el concurso literario ACIC” (Córdoba, 2016), primer premio en “Certamen de microrrelatos Siete Sellos” (La Pampa, 2017), finalista en el “Primer Premio «Diderot» categoría ensayo de Ápeiron Ediciones” (2017, España), primera mención en el “IX Concurso de cuentos Manuel Mujica Láinez” (2015, Buenos Aires). Ha dictado y dicta talleres de escritura de invención.


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *