Una lectura de Wachay, de Cecilia Salman
¿Cuántos dolores y condenas se escriben en nuestras tetas? ¿Hasta cuándo los surcos que ellas trazan estarán llenos de maleza? Quizás, hasta que aparecen estos textos liberadores.
El año pasado, Cecilia Salman ganó el Primer Premio del 22° Concurso Nacional de Obras de Teatro escrita por mujeres organizado por el INT. El reconocimiento llegó de la mano de Wachay, un texto que nos adentra en el cosmos de las leyendas de nuestro norte donde las protagonistas son mujeres/animales.
Sin embargo, las leyendas se recuerdan “como al pasar” porque no es lo que importa en sí. Lo que interesa es lo simbólico y político que hay detrás de cada personaje y de sus maneras de vincularse para ir, justamente, cambiando esas historias impuestas desde lo patriarcal.
Wachay, es una reivindicación a las transformaciones monstruosas con las que se castigaba ciertos comportamientos de las mujeres. Por eso, el personaje de la Mula es tan atractivo. Sus cadenas se rompen dejando atrás culpas y pecados impuestos, pero, se rompen gracias a la ayuda de sus hermanas del monte. Son ellas quienes campean desesperadamente cuando la Mula se pierde; son ellas quienes la encuentran y la liberan del peso literal y metafórico que se unen en las cadenas.
Ninguna de estas mujeres/animales es un monstruo. La metamorfosis también es esa: cambiar la concepción de pecado/castigo y de lo monstruoso.
Sulay, el personaje que se transforma en cabrita, dando así origen a una nueva leyenda, representa esa mutación ecléctica que une no sólo lo propio del monte santiagueño sino también lo árabe. Ceci vuelca todo lo mamado desde su niñez planteando también otro tipo de maternidades posibles, pariendo otra leyenda. El fuego purga el sentimiento de culpa de Lita, la madre de Sulay y el balido final es de alguna manera, creo, un grito de liberación de todos los mandatos que en torno a la maternidad nos son impuestos a las mujeres.
Desde hace un tiempo preferí cambiar la idea de sororidad por la de “comadres”, y eso sentí con esta obra. La Tele, la Kakuy y la Mula cuidan de Sulay antes de su transformación como lo hace una madre y cuidarán de ella también en el monte una vez hecha leyenda, cuando Lita ya no esté.
La obra es riquísima desde los múltiples lugares por los que se la puede abordar. Podría seguir con lo interesante del ritual en torno a la depilación, con el festejo del cumpleaños de Sulay que al mismo tiempo implica un nuevo nacimiento, con la idea del bordado y de los tejidos-textos que guardamos en nuestros cuerpos, con el uso natural de palabras y giros característicos del habla del NOA, con lo lírico y coral que resuenan como el eco de una vidala rememorando las voces de nuestras ancestras del monte.
En síntesis, bienaventuradas las tetas que purifican, que salvan, que comadrean, que veneran el monte y que tejen textos liberadores. Bienaventuradas las tetas que compartimos y que nos cuidan desde un amor y respeto genuinos.
Ceci es esa cardenal que aparece en la obra; ella también se metamorfosea para textear y escribir todas estas rebeliones que nos faltan. Wachay es la insurrección de nuestras mujeres, de nuestro territorio y Cecilia no sólo la silba, sino que la eterniza en su escritura. Wachay es insurrección desde el amor.
Fragmento de obra
Sulay La teta de la Lita Guarda textos con mi nombre. La teta de la Lita Tiene silencios que se extienden y duelen. La teta de la Lita sutura Como el cuero de esa iguana. Silencio de cuero de iguana cocinándose al sol Tele Sulay, a la Lita no le gusta hablar de esas cosas. ¡Soltále la teta! ¡Soltále la teta! Lita Me está apretando la teta mi bebé, duele. Silencio de teta amputada Silencio de teta amputada Sulay Las tetas nos definen. Nos acompañan. Marcan una distancia del brasero, por ejemplo vos, Mula. Mula ¿Qué? Kakuy ¿Vos decís que en las tetas tenemos líneas para leer como en las manos? Sulay Si, son escritos. Mula A ver… Sulay Mula, tus tetas son enormes. Mula Sí. Nadie puede heredar mis corpiños. ¿Y? ¿Se ven predicciones? Sulay Si hablás, me desconcentro. A ver ¡son pesadas, como una masa concreta! Silencio de teta que habla Sulay A vos la teta te da justo pezón al bracero, las tetas largas, largas directas al piso. La superficie está hecha de salvaje consistencia, puedo sentir tus aguas acarreando jadeos que van desde tus tetas al monte. Silencio de jadeos de yegua Mula ¿Qué dicen? Sulay Que venís de viajes largos y te faltan 10 años para morir. Tele Nosotras no morimos, Sulaycita. Mula Seguí, seguí. Sulay Sé mucho de tetas. ¿Por qué llorás, Lita? Lita Mi bebé ¿Cómo se dió cuenta de que podía hacer eso? Sulay No sé, se siente. Capaz lo heredé. Los árabes leen la borra del café… ¿será de tu familia, Lita? Nunca contás nada. Cuando descubrí este don, una de las de monte se dió cuenta que lo tenía y me enseñó a leer más cosas. Alma Mula ¿Las de monte? ¿Quién? Sulay La tanta Micha. Alma Mula ¿La tanta Micha? Ojo con esa víbora venenosa. Hermana kakuy Tomá mi teta, leéme. Lita ¡La Tanta Micha! …Espera Kakuy. ¿Y mi bebé se las puede leer sola? Sulay No. Pero la tanta Micha me las leyó. Silencio interrumpido por el canto de algún hacha