algunas teorías si los niños que fuimos se hubieran visto se habrían enamorado con ardor el mundo les parecía nuevo a los brotes de humano y ellos eran nuevos para el mundo conocían menos que nosotros el goce de la pena alzaban con angustia el puñito ante las injusticias y apretaban los dientes un gesto que solo las fiebres virósicas y visionarias pueden darnos ahora los miro desde dentro de los vestidos rígidos que me calcé para no lastimarme y sentirme otra vez un cachorro sentado en el confín del patio de la escuela al que otro cachorro –mi consciencia– arengaba a avanzar será que crecer no es más que alimentar la propia estatua en la que estamos atrapados pero viendo o será que mi alma la abstracción de mí misma evoluciona bellamente hacia un ser mejorado y te tiendo los brazos como si fuera posible entre nosotros amor como si el alquimista pudiera refinar el temblor del niño furibundo en brazos de las sombras que han sido nuestras madres verdaderas desde siempre (inédito) cada quien oye una canción Es la Tierra que canta. No hablo de los hombres, de los árboles. Ni siquiera de las tribus desbordantes de ácaros, del plancton que formó a humildes bocanadas el oxígeno. Antes de toda vida de carbono, cuando los viejos vientos azotaban la corteza poblada de volcanes y de océano, cantaba. Antes, aún, del aire, esta piedra pulida por el tiempo, arrojada por la honda primaria de las gravitaciones, cantaba. Antes de que la Luna la observara de todas direcciones, de que los astros libres volaran a su encuentro y marcaran en cráteres el final de su viaje, cantaba. Antes de ser sí misma, cuando era polvo y gas girando frente al rostro crematorio del Sol, cantaba. Era apenas canción, y en esto igual a todos, un sonido improbable en medio del mayor de los desiertos, vibrando como un grillo en la mano impasible de la Nada. (inédito) censo De todas las mediciones demográficas y datos estadísticos y proyecciones de cuándo agotaremos el petróleo, cuántos psicoanalistas cobran su honorario cada mil habitantes, teniendo en cuenta género, edad y patrimonio, sólo quiero obtener la cifra categórica: cuánto tiempo emplearemos aproximándonos, en qué barrios, a cuántas puertas habré de golpear, cuántos llamados telefónicos me separan de la pista correcta, cuántas particularidades y trastornos nerviosos te distinguen del resto de los hombres con sus tristes mascotas y sus epidemias. de ¡oh mitocondria! (2015, añosluz) daily stand-up ¿Qué podrías hacer para mejorar? ¿Qué podríamos hacer como equipo para mejorar? ¿Te falta mucho para terminar? ¿Qué nivel de confianza te tenés con eso? ¿Ahora con qué vas a seguir? ¿Después con qué vas a seguir? ¿El lunes con qué vas a seguir? ¿Cuál es tu plan del día? ¿Cúantas horas te faltan para terminar? ¿Cuántos años te faltan para terminar? ¿Qué nivel de confianza tenés en tus estimaciones? ¿Qué pensás hacer en esa hora que tenés entre esto y lo otro? ¿Entre las ocho y las nueve? ¿Entre el dormir y el despertar? ¿Qué te ayudaría a terminar lo antes posible? ¿Qué te ayudaría a morir lo antes posible? ¿Ya definiste tus objetivos? ¿Con qué vas a empezar? ¿Qué acciones podemos implementar para mejorar el rendimiento del equipo? ¿Te pasa algo? ¿Tenés ganas de charlar? ¿Qué nivel de confianza te tenés? ¿Querés contarme por qué te sentís mal? ¿Te falta mucho? ¿Cuándo va a entrar lo que estás haciendo en producción? ¿Me darías un estimado? ¿Cómo venís con esto? ¿Puedo darte feedback de tu trabajo? ¿Puedo darte feedback de tu actitud? ¿Puedo darte feedback de tu performance sexual? ¿Podrías darle feedback a tus compañeros? ¿Podrías darme feedback a mí? ¿Podrías darme de comer en la boca y luego mearla mientras tarareás la marcha fúnebre? ¿Ya hiciste plan? Del 1 al 10, ¿qué nivel de confianza tenés en que vamos a cumplir el objetivo del sprint? ¿Del 1 al 100? ¿Del 1 al infinito? Del 1 al 10, ¿qué nivel de confianza tenés en tu confianza? Del 1 al absoluto horror, ¿qué nivel de confianza tenés en tu plan de vida? de Elfo Corporativo (2021, Promesa Editorial) el nene ciego: pulsión El nene ciego ríe estirando bracitos hacia el rostro hogareño de aquella que lo carga, hace que mira el sol como si iguales fueran todos los resplandores, corre como puede, es decir, corre como cualquiera, se recuesta en el banco, escucha retumbar la avenida y el secador de pelo de la peluquería y el baldazo de agua y lavandina que se estrella en los zócalos, a metros apenas, como el mar en los riscos de Montevideo, el mar que es un rugido sobre la oscuridad, recuerda el nene, el lamido de gato de ese viento salado sobre el cuerpo, que le dio tanto miedo de irse para siempre. (No entendemos muy bien lo que deseamos. Solo sabemos desear con la memoria.) El nene ciego no precisa tocar el rostro de la madre, pero lo hace. De neuro:mantra (2018, Abend) el precio justo Lo que quiero es la fuerza el garrote cayendo sobre el cráneo el chirrido de los cercos eléctricos en la piel del inmigrante ilegal programas de concursos que rifen huerfanitos simpáticos con los rasgos correctos ¡Denme toda la sangre del planeta! Me aburro en este cuerpo No sé adónde voy y me enloquece la idea de la sangre Ruego por maremotos contra pequeñas islas vivo a través de los corresponsales pago buen dinero por las últimas imágenes de guerra pago mejor dinero por los más indignos crímenes sexuales entre eslavos Les ofrezco por cierto el fervor del aplauso ¿Qué puedo hacer sino con estas manos incapaces del golpe, del facón, del gatillo? de en la gran existencia (2017, añosluz) La alegría de un hombre ¿Qué diremos de aquel que corrió en Maratón, Filípides, el griego, después de la batalla legendaria? Sobre el polvo y las rocas y los campos de hinojo, mientras los pies remontaban la brisa por las inagotables millas otoñales, pensó acaso en Darío, en la temible caballería del persa que habría ciertamente pisoteado ese templo del hombre para el hombre, Atenas la magnífica. Rememoró también la ventaja numérica de la tropa enemiga sedienta de riquezas y esclavos y terrenos; lo estremeció el recuerdo de alguien que lo amaba en la ciudad o que lo esperaba, herido, allá en el campamento. Tuvo tiempo de sobra para observarlo todo: la soledad, la distancia, los arbustos, la sombra tan hermosa de las murallas próximas, para aullar con ardor el último mensaje: ¡Alégrense, atenienses, es nuestra la victoria! y caer, extenuado, en brazos de la muerte. Entre los dientes, la sangre y la sonrisa. Sobre el polvo y las rocas y los campos de hinojo, bajo las flechas maliciosas del sol, corrió Filípides, humilde entre los héroes. No el que entrega la muerte a manos llenas, ni el que inicia, furioso, la voz de la batalla. Para aquellos, los bronces, las estatuas, los mandos militares. Para Filípides, el viento, las canciones, nuestra más luminosa resistencia: ¡alegría, alegría! de La Belle Époque (2017, difusión a\terna) nacimientos de Venus Ni doncellas ni ángeles hay furia temor reverencial en este pecho hay un mordisco al aire en la tormenta Setenta veces siete naciste de la espuma mi demonio miel de sangre A todos los Guernicas iría a cabalgarte entre el incendio y a todos los abismos que he de recorrer vendrás conmigo y con todos los muertos en las uñas con que he de acariciarte como si fueras la última estrella del espacio habré de acariciarte con estas uñas que han hurgado también en la dulzura En la demencia los rasgos se disuelven como si un solo ídolo con el rostro más bello y diverso de los mundos me hubiera fascinado He ahí el juguete que los campos eternos nos arrojan y esta es la ingratitud con que te hablo como si igual a mí caminaras las calles de los pueblos y sufrieras el frío Es tan poco lo que recibimos tan extraordinario Lo repiten los siglos un manojo de citas y de estatuas y Úranos y Cronos y Saturnos y esquinas de provincia y arrozales El tiempo nada más que amor ha arrancado del cielo nada más que ese pájaro ciego que aletea lejos de los suyos De la espuma naciste de la espuma del mar, como la vida y en tantas fauces reinas vibración adorada que me paso las almas contemplándote. de en la gran existencia (2017, añosluz) rinpoche: trance vivimos en estado de gracia permanente dijo el monje, y yo no comprendí porque entonces escuchaba las palabras de maestros y lamas y yo era un siervo impuro que se entregaba al juego mundanal de los vivos con agrado seguí con mi trabajo que era apilar ladrillos y hacer casas y establos para los aldeanos cada tanto pensaba en eso de la gracia sin llegar a entender lo que significaba con el tiempo los monjes que aún hablaban se fueron muriendo llegaron otros nuevos, más jóvenes que amontonaban piedras y miraban, muy quietos, hacia adentro la existencia entonces sucedía una y otra vez un calco de sí misma en otro tiempo o con otras personas tampoco nos faltaban diversiones: recuerdo que hace años antes de la cosecha habían venido músicos de lejos no hablaban el idioma pero les daban techo y alimento en la aldea a cambio de canciones y me senté a escucharlos como muchos del pueblo cuando la luz del sol fue disolviéndose cantaba una muchacha pequeñísima con la voz formidable de esos ríos que devoran cachorros y hacen andar los barcos y era una voz de viejas alegrías y angustias que parecía ella misma comprenderme completo y canté y también otros cantaron improvisando juntos sobre la melodía y era un momento inmenso en que morí o nací varias veces, no me explico bien cómo, pero supe que era esa la gracia de la que hablaba el monje: canturrear algo hermoso e instintivo y salvaje en una lengua que uno desconoce De neuro:mantra (2018, Abend) violencia doméstica Soy el vigésimo quinto dictador de Santa María de las Américas, el presidente del Fondo Financiero Global, el líder religioso al mando de periódicos, canales de TV, rifles de precisión, billones de suscriptores en TikTok. Soy el nuevo viejo orden, el ladrón de cuerpos, el Khmer Rouge, el que encuentra un farol en el desierto y fabrica una bala. Soy el que experimenta químicamente con sus subordinados, el falso demiurgo del que te advirtieron. Soy el tentáculo de siempre. El mosquito que te besa la piel. Sé que he cometido mis errores, mi pobre ciudadano. Deja que me redima. Ámame de nuevo. de Elfo Corporativo (2021, Promesa Editorial)

Rita González Hesaynes nació en 1984 en Azul, Argentina. Tras una breve paso por Tandil, vivió 15 años en Buenos Aires y actualmente reside en Berlín, Alemania. Es Lic. en Letras y ha ejercido la docencia y la traducción de la lengua inglesa. Se dedica profesionalmente al desarrollo de software. Tiene cuatro libros publicados: «¡Oh mitocondria!» (2015, añosluz editora), «En la gran existencia» (2017, Añosluz Editora), «neuro:mantra» (2018, Ediciones Abend), “Elfo corporativo” (2021, Promesa Editorial) y las plaquetas «La Belle Époque» (2017, Difusión A/terna) y «Una intensa hierba» (en «La caja negra», 2017, No es como una rubia en el avión).
Una idea sobre “Diez poemas de Rita González Hesaynes”
maravillosa poesía la de Rita, pero mucho más escucharla recitada en su voz sensible y expresiva.