En la provincia de Chaco tiene su base de operaciones Literatura Tropical un sello editorial de carácter expansivo que acaba de lanzar la convocatoria Gatillo Feliz de cuentos falopas y ficción especulativa.
Vivimos tiempos desesperantes. La locura es total, el descalabro es tan random que tendremos al egregio espectro de un soberano mastín inglés ladrando en cadena nacional y habrá absoluta normalidad. Este síntoma de abstracción y enajenación psicopatea mal. Por eso nos metimos al buche la píldora roja para expurgar toda esa ficción falopa que debe haber dando vueltas, y largamos esta convocatoria, para poder construir un universo antológico federal, acorde a las circunstancias distópicas que revuelven nuestra realidad real verdadera como hienas en un festival de tripas.
La convocatoria está inspirada; por un lado, en la cruenta guerra contra el lenguaje castellano, que, por algún motivo que seguramente ignoramos o no queremos saber o sabemos pero no nos interesa, lleva adelante el funcionariado en general y alguno que otro en particular; en segundo lugar, la frondosa imaginación rati para titular sus operativos y allanamientos, así que agarramos una misma lista surgida de varias notas periodísticas, con los nombres de esos operativos, y dijimos, bueno, estos son los títulos que queremos para los cuentos, no pueden ser más bizarros y tropicales.
Pueden enviar sus cuentos falopas de ficción especulativa, hasta el 31 de marzo, pero seguramente extenderemos unos 15 ó 20 días más el plazo, ya que tuvimos una recepción gratamente escandalosa. Pueden participar escritores y escritoras de todo el país, excepto los afortunados nacidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aunque sí aceptamos cuentos de porteños exiliados de la centralidad.
La idea es que a través de la ficción especulativa podamos sacar una radiografía literaria rara, extraña, bizarra, delirante, zeta, lo más federal posible, de los territorios más diversos de nuestro país, para que podamos mirar a través de ella, como quien mira los agujeros que dejaron los tiros frente a un paredón de fusilamiento, que en realidad es un espejo, de la misma realidad real verdadera distópica de estos tiempos brotados. Al fin y al cabo son las pulsiones neuróticas de nuestro país, correctamente edificado sobre arenas movedizas.
Dejamos link con las bases:
https://literaturatropical.com/2024/01/18/convocatoria-cuentos-falopas-de-ficcion-especulativa-gatillo-feliz/
Literatura Tropical nace primero como un universo literario, gracias a la pasión por las lecturas, por la escritura, por las palmeras, por los calores y por el solazo tremendo, y lo más importante: gracias a la amistad. Surgió capaz seguramente mientras hacíamos un programa de radio que se llamaba RadioZ (https://open.spotify.com/show/5JDmuix2uko2pNGmVA2aHu?si=efddfa96a31344e6 , https://literaturatropical.com/2018/10/30/antologia-sonora-lt/), donde personificábamos a dos escritores fracasados, Fernando Funes (Alfredo Germignani) y Alberto Litter (Guido Moussa) capaz álter egos literarios de los autores reales verdaderos, y leíamos literatura fantástica y noticias bizarras, recitábamos, nos comunicábamos con espectros de muertos ilustres y escuchábamos ruidos arrolladores y música truculenta seleccionada y mezclada en vivo por Guido. Casi al mismo tiempo, teníamos una banda de rock. Nosotros decíamos que éramos una “banda de rock”, yo tocaba una guitarra eléctrica de una sola cuerda a la cual le aplicaba distorsiones con pedales mientras Guido con su notebook pisaba todo ese escandaloso ruido ensordecedor con más ruido ensordecedor, y encima de todo eso recitábamos o leíamos. Así “tocamos” y recitamos con nuestros espectáculos y perfos literarias en montón de sitios, incluso participamos en una muestra de arte contemporáneo y escribimos en vivo una novelita lumpen en una semana, en vivo y en simultáneo. A todo este lío se sumaron a la banda Agustina Bartoli, poeta y editora, con quien sellamos una amistad y un proyecto estético y literario en común, y la fotógrafa Laura Aguirre que documentó y documenta la mayoría de nuestros delirios. En nuestros espectáculos, la gente reaccionaba de distintas maneras, a veces salían corriendo, a veces se mataban de risa, a veces explotaban, pero nunca indiferentes. Eso, claro, nos motivaba. Ya teníamos editados algunos libros del universo literario, al que impusimos por nombre “tropical”. Nos gustó porque tropical, para nosotres, puede ser un verbo, un sustantivo, un adjetivo, dependiendo del contexto y los personajes lo usamos de una u otra manera. Lo tropical es siempre marginal, nunca capital, cierto es que nos ilustra un tipo de clima acá en Chaco desde donde hacemos lo que hacemos, pero atraviesa más nuestros comportamientos culturales como sociedad, por ejemplo el famoso y bien acometido hacelo así nomás. Hacer algo así nomás es hacer algo que no está bien hecho o que no está del todo concluido, que tiene fallas, pero mal que mal funciona. Ese síntoma es tropical y la mayoría de las cosas que pasaron en nuestra historia fueron movilizadas por lo tropical en Argentina. Ese instinto de lo tropical fue determinante para nosotres, porque desde allí edificamos nuestro universo literario, (no como síntoma cultural sino como signo estético) que es capaz como cualquier otro universo literario (citamos por ejemplo el primero que se nos viene en mente, como el Delta Panorámico de Marcelo Cohen); pero este es nuestro universo literario, a la fecha miles de páginas editas e inéditas de una literatura tangencial que sí, tiene ciertas características, como evitar el verosímil a toda costa, usar el grotesco y la satírica y recursos del hard-boiled y el terror y la ciencia ficción pulp, para demoler los cimientos sobre los cuales se construyeron las identidades en nuestra historia. Hablamos de lo “real verdadero” porque sabemos que mientras más nos adentremos en nuestro territorio, para narrarlo, más afuera estaremos. Más tarde llegó nuestro sello editorial, sí, dedicado a autorxs emergentes y a veces más consolidadas del NEA, pero sobre todo nuevas voces contemporáneas de nuestra literatura, que van mucho más allá del universo literario tropical o la tradición paisajística con la que a veces se nos suele asociar o confundir en Chaco.
El universo literario tropical nació casi al mismo tiempo que la idea de fundar una línea editorial. Pero una cosa es autopublicar ese universo y otra muy distinta trazar una hoja de ruta de largo aliento que nos permita crear catálogos, tener una buena dirección de arte y poder crear un valor, para generar situaciones de lecturas y trazar espacios con los autores y las autoras para poner andar proyectos editoriales asociativos. No nos subyugamos a ningún género, producimos y publicamos otras literaturas, capaz más decidida a experimentar, a jugársela. Desde el principio fue un desafío concretar este proyecto impulsado por la necesidad de poner en escena eso, otras literaturas. Creemos que para editar y publicar libros hay que interpelar y dialogar con las comunidades lectoras. Pero también tener confianza en los títulos que ponemos en las manos de esas comunidades. Nuestras tiradas son pequeñas pero buscamos ampliarnos. No queremos que nuestros libros sean best-sellers, sino long-sellers, es decir, que haya un laburo en el tiempo, un laburo decidido y perseverante, pero también sereno, donde el libro pueda crecer en la comunidad lectora.
Construimos un universo literario al que denominamos cariñosamente tropical, pero creemos que no es un significante territorial. A partir de los libros que escribimos, inéditos y éditos: Rock, Electrónica, Folklore, Sabemos quién mató a Nisman, Mary Elizabeth Superstar, Non Fiction, Donde duermen los gorilas, Historia ilustrada de la literatura tropical, Putin vencerá, Punto Jonbar, Pescado podrido, No hay lugar para fracasados, Miles de almas al diablo venderé, y tantas otras, como nuestros artefactos literarios, nos empezaron a estudiar y a leer en diversos ámbitos, por ejemplo, en la Cátedra de Literatura Contemporánea de la Universidad Nacional del Nordeste incorporaron al programa anual de estudio un libro nuestro, el de Nisman, e incluso escribieron investigaciones respecto de nuestra producción literaria y performática, abordadas justamente desde lo territorial (https://repositorio.unne.edu.ar/handle/123456789/49963 , https://repositorio.unne.edu.ar/handle/123456789/27825). Creemos que se equivocan quienes sostienen que nuestra literatura es territorial y que quedará anclada o que difícilmente vaya más allá de lo territorial. Tenemos acabadas dos novelas, Folklore y Punto Jonbar, y en esta última nos imaginamos qué hubiera pasado en Argentina si el proyectil de la pistola que usó Sabag Montiel para atentar contra Cristina Fernández, no hubiera fallado, qué hubiera pasado entonces. A partir de este ejercicio literario, imaginamos el país sumido en una virulenta guerra civil (no muy distinta a las muchas que ya padecimos, o la que actualmente parece en curso, pero esta vez va en serio, todo o nada: no hay vacas que compren a ningún líder para que entregue a los suyos, el odio es innegociable) y gobernado con talón de hierro por el Partido Judicial, al servicio de las elites dominantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Ayres en una batalla tan sanguinaria como perenne contra las Provincias. Nuestra literatura está en estado de expansión, porque todo el tiempo está metamorfoseando. Al respecto de esto último, fue el escritor y licenciado en Filosofía, Ariel Sobko, quien ensayó primero en su artefacto literario ¿Qué es la literatura tropical? (2014) sobre lo tropical en lo literario: https://literaturatropical.com/2014/03/08/que-es-la-literatura-tropical/
Existe la literatura y existe la literatura tropical pero no es lo que se cree: no es una literatura asociada a un territorio, sino una literatura asociada. Claro que será una u otra dependiendo de dónde nos encontremos, pero eso es literatura regional. Y después existe la literatura a secas. Capaz nos etiquetamos más arriba como marginales en contraposición a la centralidad. La centralidad es literatura bien y mal escrita, y profusamente auspiciada por la Industria Editorial. Esa marginalidad es el drama (y la comedia y el enredado de la comedia también) de todas las literaturas territoriales si es que todas las literaturas son territorios y cuerpos, que por muy periféricos que sean pueden volverse centrales de un momento a otro. El mercado editorial está cada vez más concentrado en pocas manos y cada vez más espiritual e ideológicamente radicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus miradas porteñas.
La territorialidad no es condicionante. Por el contrario, es un trampolín al vacío que nos abre espacio a lo que está por venir, nos abre espacio para la creación. Tiene un significante que nos posiciona en las márgenes (vale aclarar que incluso en las márgenes de nuestro propio territorio más chico), nada más, nos gusta leer y escribir y hacer obras de teatro en y desde Chaco. Lxs escritorxs siempre somos contemporáneos del tiempo y la realidad que nos toca interpelar. Algunxs lo hacen de una manera, otres de otra, nosotres lo hacemos a lo tropical (que desde la óptica de la escritura, no es hacerlo así nomás sino antes bien con todo arriesgado en cada texto, como si fuera el primero y el último), desde una potencia estética, semántica y simbólica que practicamos o ensayamos para proclamar que la literatura no sirve para nada o sirve para todo. En ese servirse a sí misma para todo, nuestra literatura se desinteresa del verosímil en tiempo real (no lidia con noticias de periódico) permitiendo pulsionar ella misma real y verdadera cabo de la experiencia de lectura (que por cierto, no acaba exactamente al terminar de leer). Verosímil pudo ser un tiempo atrás, algunos años atrás que nuestra literatura jamás fue considerada “seria”; pero el Verosímil Real Verdadero con el que nosotres nos relacionamos es otro ahora que entonces. El territorio no nos restringe, cerca ni cercena, muy por el contrario, multiplica nuestras posibilidades creativas, tanto desde lo literario como lo dramatúrgico como los proyectos editoriales que impulsamos.
Las diferencias son de territorio, las editoriales de CABA pueden ampliar más su campo de batalla: recursos, costos, probabilidades económicas, competencias. La historia de la literatura y, por lo tanto, la editorial, no escapa a nuestra propia historia. Edificaron todo sobre arenas movedizas, como a la historia hicieron. Hicieron una ciudad, y se preocuparon poco por hacer un país. Los territorios marginales revelan voces y potencias que CABA cree ocultar con todas las lucecitas que adornan el Obelisco. Lo cierto es que, más allá de este complot, las diferencias son técnicas. Un libro es un artefacto bello, plenamente consciente de sí mismo, mientras más multiplica su circulación, mayor es su desafío de comunidad. Entiendo que una editorial independiente encuentra hidalguía cuando aprende a desenvainar tres espadas: dirección de arte, creación de valor y construcción de catálogo. Cierto puede ser que todo lo multiplica CABA, pero las potencias literarias tienen otros tiempos, las diferencias son insustanciales pero letales. Es más, creativamente tenemos las mismas espadas, nos vencen la multiplicidad de sus ejércitos técnicos, por decirlo de alguna manera. Pero, como dije, las potencias literarias de los territorios marginales tienen otros tiempos, ajenos incluso a su propia historia. Puede parecer un delirio, pero en cierto punto y bien organizado creo que los y las autoras deberíamos tener garantizado el derecho a una impresión anual de al menos mil ejemplares: no cuesta nada, no representa económicamente nada para, por ejemplo, los señores esos que declaran terrenos baldíos donde en realidad levantaron brutales edificios con megaoficinas valorado todo en 40 mil millones de dólares. Lo que manda es la rentabilidad, lamentablemente. Y ahora con este sistema anarcocapitalista donde supuestamente el mercado se regula a sí mismo, hace que todo sea más delirante y desordenado. Aquí y en todas partes. Hay mucha tela para cortar, en ese sentido. Y en otros sentidos, también hay tela para cortar. Por ejemplo, el problema de la difusión, de la circulación del libro. De nuevo: el concepto de la marca (en este caso, el sello editorial) como supra entidad validante de contenidos para el gran público consumidor. En el caso de los grandes sellos es una validación a caballo del poder económico que otorga la concentración del mercado. Ese es otro tema. No creo que exista una “literatura chaqueña” como categoría de análisis. Se pueden agrupar escritores nacidos acá (muchos de los cuales ni siquiera viven en el Chaco y es más, sus textos no expresan necesariamente un sentir “chaqueño”) y diseccionarlos, pero el agrupamiento no sería más que con fines puramente didácticos. Las clasificaciones no sirven para nada a la hora de los bifes, sólo para ordenar un poco mejor la exposición. Las categorías en este punto son fariseos sobreactuados al servicio de los analistas. Un absurdo que se presenta a sí mismo con ínfulas de importancia personal que, bien miradas, mueven a la risa. Sin embargo, creo que en lo inmediato los años venideros verán aparecer las mejores obras de nuestros contemporáneos generacionales. Ahora bien: si por literatura se entiende el territorio, entonces sí, nuestra literatura es tan impenetrable para el afuera como el afuera inaccesible para nosotros, que vendríamos a ser el adentro: somos un virus viciado de sí mismo.
Desde Literatura Tropical, nuestro sello editorial independiente de Chaco, no formamos parte de ninguna red, pero, en la medida que podemos, procuramos trabajar asociativamente si las posibilidades, técnicas y creativas, así lo permiten. No podemos decir que en la agenda editorial no estamos presentes, nos invitan a la Feria de Editores, participamos en ferias del libro y nos viven invitando a festivales literarios y nosotres mismos producimos acontecimientos para construir comunidad de lectores e interpelar también qué debaten las sociedades. No siempre podemos participar ni estar en todos lados, pero estamos. Nos alcanza para estar y seguir editando libros, que es lo que amamos hacer. Pero no para más. Ciertamente es fundamental afianzar lo colectivo y colaborativo, falta quizá una figura o entidad que nos articule con más fiereza. Ojo, no digo que no las haya, las hay. Pero hay que trabajar más para establecer lazos, sobre todo en este momento, producir estrategias políticas y económicas, que nos beneficie y nos multiplique más.
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